Un año y medio después de su puesta en marcha, en mayo de 2014, el hospital comarcal Vital Álvarez-Buylla de Mieres funciona ya a pleno rendimiento. El único servicio cuyo desarrollo estaba pendiente era el de hemodiálisis. Los primeros pacientes renales comenzaron a recibir tratamientos a finales del mes de septiembre. A día de hoy, el servicio ya asume a la totalidad de los usuarios del área que puede asumir, un total de 32, que divide en turnos de mañana y tarde.

La unidad de hemodiálisis del hospital Álvarez-Buylla supuso la gran novedad en la cartera de servicios del área sanitaria VII (Mieres, Aller y Lena) con la construcción del edificio de Santullano. Hasta hace apenas un mes, los pacientes con necesidad de ser dializados eran derivados al centro de Cruz Roja en Oviedo, y tenían que recibir su tratamiento en el turno de noche, lo que implicaba desplazamientos de madrugada. Ese fue uno de los motivos que llevó a la Consejería de Sanidad a plantear la puesta en marcha de una unidad en el Álvarez-Buylla, de forma que los pacientes del área pudieran ser tratados sin necesidad de desplazarse.

Actualmente, el servicio de hemodiálisis está ya a pleno rendimiento, tratando a los 32 pacientes que puede albergar como máximo. En total, se han organizado dos turnos de mañana y dos de tarde, en los que se tratan a 8 personas por turno. Los pacientes que excedan ese número deberán ser derivados a otros centros, como al citado de Cruz Roja en Oviedo o incluso al área del hospital Valle del Nalón, en Riaño.

Los equipos instalados en el hospital mierense son de los más modernos del mercado, tal y como explicaron a este diario fuentes del propio centro. Con las últimas tecnologías, estas máquinas de diálisis fueron estrenadas por los pacientes del Álvarez-Buylla. Los enfermos con algún problema nefrológico que requieren un tratamiento de hemodiálisis utilizan estos dispositivos con el objeto de sustituir artificialmente las funciones que el riñón realiza en el cuerpo humano.

El funcionamiento de los dializadores es aparentemente sencillo. Al paciente se le coge una vía, por la que circulará la sangre entre el cuerpo humano y la máquina de diálisis. El equipo dializador recibe primero la sangre, y en su interior, pasa por un filtro dividido en dos partes. La sangre pasa de una a otra, dejando los residuos como la sal o el potasio en el aparato, que devuelve ya la sangre al cuerpo del paciente en perfecto estado. De hecho, los aparatos de diálisis mantienen incluso la temperatura de la sangre que sale del cuerpo. El paciente recibe este tratamiento con esta especie de riñón artificial cada dos, tres o cuatro días.

La puesta en marcha del servicio de diálisis ha acumulado cierto retraso por los diferentes problemas que surgieron en torno a su puesta en marcha. En un principio surgió un conflicto laboral, ya que si bien el Principado había decidido que fuese Cruz Roja quien prestase el servicio en Mieres, la plantilla exigía que fuera con personal propio, algo que finalmente sucedió. También la contratación de un nefrólogo para Mieres fue objeto de polémica, aunque también se incorporó a la plantilla. Por último, los problemas burocráticos para la licitación de las máquinas dializadoras acabaron de dilatar la puesta en marcha de un servicio que mejorará la calidad de vida de los pacientes renales.