En el pregón domina la nostalgia, por eso casi no tiene público joven. La misma historia es muy distinta contada treinta años después de que haya sucedido que si se relata doce horas más tarde, con la sangre aún contaminada. A la gente joven le da igual dónde se celebraba El Carmín hace cincuenta años, porque tiene cuatro días de fiesta por delante. Dicen que en muchas ocasiones la nostalgia es inevitable, que te ataca a traición y te inunda de melancolía. Otra cosa es provocarla por vocación, como en esos programas de la tele donde los de los setenta compiten con los de los sesenta a ver quién tiene más caspa. En cualquier caso, la nostalgia se lleva fatal con el cachondeo.

Cumplir años es un requisito indispensable para sentirte atacado por la nostalgia, ya sea la propia o la ajena. Porque llega un momento en que es imposible librarte de ella. Uno de los signos más claros de que se está dejando atrás la juventud es la presencia creciente de la palabra «acuérdeste» en las conversaciones.