Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

El poeta candasín José Marcelino García acuñó el término «luanquinocandasín» para referirse a la procedencia del pintor José Cuervo Viña. Y es que el acuarelista nació en Luanco, pero su obra sobre Candás deja clara su estrecha vinculación con la capital de Carreño. Precisamente sobre este concejo versa su última exposición, la primera que encontrará acomodo en las salas vanguardistas del Museo Antón. Una treintena de acuarelas amplía el horizonte de Cuervo Viña más allá del mar que baña Candás, adentrándose en el Carreño ganadero, industrial y señorial.

«En estas acuarelas hay algo de cada una de las doce parroquias de Carreño, y todos los habitantes del concejo que visiten la exposición podrán verse representados en ella de algún modo», explica José Cuervo Viña, ansioso por que los vecinos del municipio visiten su muestra. No es habitual ver una obra de patrones clásicos en el Antón dedicada a un gran público no entendido en arte. Aun así reserva ciertos detalles técnicos para los avezados. «Estoy seguro de que a la gente de Carreño le va a gustar mucho la exposición», asevera Cuervo Viña.

El autor nació efectivamente en Luanco, si bien a los dos años se mudó con su familia a Gijón, donde reside desde entonces, y ya han pasado seis décadas. Sus cuadros demuestran un profundo conocimiento de la cultura y la sociedad carreñense, solamente propias de los oriundos, y es que la vida de Cuervo Viña ha estado en realidad a caballo entre Gijón y Candás. «Mi padre se dedicaba a la confección de redes para pesca, y cuando se producían las costeras de bonito disponía de unos meses de descanso, que empleaba en Candás, donde también me pude criar».

El tema más recurrente de su obra acerca de la villa marinera es la mar, si bien en esta ocasión, y tratándose de una muestra sobre el concejo, ha tenido que ampliar horizontes temáticos, acercándose a otra de las grandes fuentes de ingresos del concejo en el pasado: la ganadería y la vida rural.

«He tratado de representar lo más fielmente posible varias estampas de las parroquias del concejo, para lo que el color ha jugado un papel relevante, ya que es lo que acerca o aleja al conocedor del lugar del dibujo y lo identifica con él», aclara Cuervo Viña.

Son treinta acuarelas luminosas y veraniegas, que suponen tan sólo una mínima expresión de la prolífica carrera de este funcionario delineante proyectista. «Me dedicaba profesionalmente a hacer perspectivas artísticas, que hoy se hacen por ordenador, y eso me acercó al mundo de la pintura, en el que comencé con una exposición en la galería Boticelli de Gijón en 1973, y hasta hoy». Lo dice como si desde aquella muestra gijonesa hasta hoy hubiera pasado poco tiempo, cuando lo que hay de por medio son un centenar de acuarelas al año, en torno a 4.000 obras de arte en su vida. «Ya es difícil encontrar temas».