Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

Hace alrededor de un año que se reformó la plaza de abastos de Pola de Siero. Desde un primer momento, la intención del municipio ha sido incorporar la actividad de abastos al edificio. Sin embargo, por diversas razones, el traslado de los 17 puestos del local provisional se ha ido demorando y, entre tanto, la plaza se ha convertido en un espacio polivalente en el que se han celebrado ferias y mercadillos, fiestas y actividades para niños. Ahora que está pendiente la vuelta de los puestos, reclamada de forma insistente por los comerciantes, se vuelve a abrir el debate sobre los usos que se deben dar al edificio.

El presidente de la asociación Amigos del Roble, Enrique Meoro, considera que «independientemente de que los técnicos contemplen las posibilidades comerciales de los puestos en cuanto a rentabilidad, la plaza tiene un abanico de posibilidades enorme al que no hay que ponerle límite». Según Meoro, la prohibición actual de celebrar fiestas con comida o bebida por miedo a estropear el suelo debería levantarse. «No viene a cuento», opina. «Deberían celebrarse bailes, banquetes, mercadillos, recepciones, demostraciones, actividades para niños y muchas otras cosas». Es un edificio que, a su juicio, hay que aprovechar, siempre que quien organice los actos cuente con pólizas de responsabilidad civil que cubran los posibles desperfectos, para que no tenga que asumirlos el Ayuntamiento. Todo esto se ha de tener en cuenta respetando a los comerciantes. «Si es rentable, ellos tienen derecho a utilizarlo», concluye.

En esas limitaciones de actuación se basa la presidenta de Siero Musical, María Nachón, para argumentar que la actividad comercial debe volver a la plaza de abastos. «No es lógico gastar tanto dinero en reformar un edificio en el que no se puede hacer nada; si se pudiese hacer de todo, estaría bien, pero te ponen muchos impedimentos», señala. Además, comenta una limitación de la plaza: la mala acústica, con muchísimo eco, que hace que cualquier actividad se convierta en un alboroto e impide realizar actuaciones musicales. «Hay que darle uso comercial, que se puede compatibilizar con otras actividades», opina Nachón.

Por su parte, el presidente de «Los Cascaos», Lázaro Polledo, opina lo contrario. Cree que «la plaza debería ser para actos sociales y culturales, debería ponerse a disposición del público en general». Polledo duda de que los 17 comerciantes puedan asumir por sí mismos el mantenimiento del edificio. «Quizá piense así porque, después de un año, uno se envicia de las actividades que hay», de ahí que sostenga que «lo mejor sería que estuviese a disposición del pueblo». Cree que «la compatibilidad de usos será difícil porque los puestos restarían mucho espacio. Quizá sería mejor buscarles otra ubicación», apostilla.

«La plaza es un edificio emblemático y debe acoger cultura, folclore, representación, exposiciones», opina. El museo del sifón de Aurelio Cuesta, pendiente de ubicación, podría tener cabida en la plaza, según Polledo, así como la colección de sellos de Faustino Ornia y también se podría exhibir en ella el patrimonio etnográfico.

«Hay que darle uso comercial, que puede ser compatible con otras actividades»

<María Nachón >

Siero Musical

«Debería ser para actos culturales, a disposición del público»

<Lázaro Polledo >

Los Cascaos

«La plaza tiene un abanico de posibilidades al que no hay que poner límite»

<Enrique Meoro >

Amigos del Roble