Estaba anunciado desde hace mucho, pero no por ello produce menos pena. La fábrica de conservas Remo abandona Candás y el mayor problema es lo que significa, que la capital del concejo de Carreño se queda sin una sola factoría de manipulación de pescado. Es triste, pero es así. El rey ha muerto, viva el rey. Ahora sí que es necesario hacer un museo de la pesca y la conserva en Candás. Más que nada porque en unos años apenas se sabrá que en la rula de esta villa se marcaba el precio de la sardina para todo el Cantábrico. Las historias de los ríos de sangre de bonito por las calles del pueblo, hasta desembocar en el muelle, y el prestigio de vivir en el pueblo donde se hacían las mejores conservas del mundo, y no es broma, serán eso, historia, batallitas que los mayores les contarán a sus nietos mirando las lanchas de fibra blanca amarradas en los pantalanes. No es el momento de buscar culpables porque tampoco se van a encontrar soluciones, así que lo mejor será no pasar durante una temporada por la calle San Antonio.