Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

Ángel Rodríguez, vecino de Pola de Siero, de 64 años, llevaba toda la vida con problemas gástricos que, a pesar de todo, no le impedían vivir con relativa normalidad. El problema llegó hace algo más de dos años, cuando las dolencias le llegaron de otro lado, y mucho más graves.

Comenzó a perder movilidad, a tener dificultades de equilibrio («la gente creía que estaba borracho», asegura) y también le empezaba a costar hablar. Después de muchos análisis, le diagnosticaron ataxia cerebelosa, una enfermedad degenerativa que, en principio, no tiene cura. Con el tiempo, su dolencia fue a más y ya no podía caminar solo, perdió sensibilidad en las plantas de los pies y en varios dedos de las manos y la moral le cayó por los suelos. Estaba desesperado, a punto de arrojar la toalla, cuando fue a la consulta del neurólogo Carlos H. Lahoz, una decisión que acabó por ser determinante en su vida. El doctor le diagnosticó, efectivamente, la ataxia, pero pensó en la posibilidad de que la causa de la enfermedad pudiera estar en que Ángel Rodríguez fuera celiaco.

Hizo, entonces, las pruebas con el doctor Luis Ricardo Rodrigo Sáez y, efectivamente, descubrió que era celiaco. Fue dejar de comer con gluten y empezar a mejorar. El 19 de agosto de 2010 empezó su nueva vida y desde entonces se ejercita con una voluntad de hierro todas las mañanas con ejercicios de rehabilitación, «pase lo que pase, aunque tenga fiebre», y también caminando por la plaza cubierta. Hasta ha conseguido andar sin bastón.

Pero lo más curioso es que su caso sirvió para que sus ocho hermanos descubrieran que también eran celiacos. «No creo que haya muchas familias como la nuestra», asegura. Todos tenían problemas y nunca habían intuido su enfermedad. Fueron a hacerse las pruebas y lo confirmaron. La vida de Ángel Rodríguez es, desde entonces, un camino de superación. Al mismo tiempo, tiene la satisfacción de haber mejorado la vida de todos sus hermanos, que de un tiempo a esta parte solo tienen estómagos agradecidos.