L. VALDÉS / L. BLANCO

Quedarse en casa una noche en la que las mujeres se echan a la calle con ganas de «folixa» es un pecado. Al menos en Pola de Siero, donde los hombres han logrado que la fiesta de Les Comadres sea unisex. Igualdad de oportunidades entre ambos sexos en una celebración que consiste en «comadrar» o, lo que es lo mismo, compartir, en buena compañía, un bollu preñáu, «bien mojadín» y unas cuantas botellas de sidra para empujar. Más asturiano imposible. Y como no sólo de pan vive el hombre –ni la mujer–, cuentan los más devotos de la celebración que en Les Comadres de la Pola siempre hay licencia para ligar. Quién dé el primer paso es ya cuestión de arranque o de horas de comadrar.

«Dame por los calientes». Sería muy difícil calcular el número de veces que los clientes de las panaderías polesas clamaron ayer por los bollos preñaos más tiernos. Desde primera hora de la mañana los más madrugadores se apresuraran a cumplir con su tradicional cita con el tan sencillo como tradicional manjar que nunca falta en la fiesta de Les Comadres.

Algunos por encargo y otros sobre la marcha, una vez más fueron decenas de miles los bollos vendidos a lo largo y ancho de toda la villa a pesar de que la crisis económica se dejó notar también en los festejos sierenses. «Este año hemos notado que se ha agudizado la crisis respecto al año pasado», señala Roberto Hevia, de la panadería La Forna, que incluso se atrevió a dar cifras. «En 2011 vendimos unos 4.000 bollos y este año rondaremos los 3.500», asegura Hevia.

No resulta palpable este descenso, sin embargo, en las ventas de harina, pues éstas aguantan el tirón como alternativa casera al producto elaborado. «Cada vez más gente opta por hacer bollos en casa y ello se ve reflejado en los alrededor de mil kilos de harina que vendemos», añade el panadero.

Caseros o no, con o sin dinero, la mayoría de los polesos no renunció al disfrute que supone el combinado de pan y chorizo. «Haya más fiesta o menos, el bollo que no falte», afirmaba con humor el vecino Luis Gutiérrez mientras recogía su encargo.

Con los bollos preñaos a punto y después de que ellos y ellas se acicalasen convenientemente para la ocasión, los polesos hicieron piña por la noche en locales, sidrerías, naves, cocheras... para celebrar a lo grande el día de Comadres. «Cuando éramos unos niños, nuestras madres nos preparaban un bollu preñáu y un bote de Coca-Cola en la mochila y por la tarde nos juntábamos todos los amigos en un prau a celebrar Les Comadres. Ahora lo hacemos bajo techo, pero la esencia de la fiesta es la misma», afirma Rufi Riestra, portavoz de la peña de Lóriga, formada por doscientos miembros. Casi, casi, como una boda.

En toda espicha tiene que haber un escanciador oficial y Roberto Rodríguez se encargó ayer de repartir culinos a una juventud a la que la romería aún no le pesa al otro día. «Voy a trabajar prácticamente sin dormir, pero no me quedo en casa en Comadres ni aunque me paguen: hay que cumplir con la tradición», sentencia el joven mientras deja que la sidra choque con el borde del vaso.

Una vez localizado el escanciador, toca saber si con el postre en Les Comadres de la Pola hay «stripper». «Contratado de forma oficial no, pero siempre hay un espontáneo en el grupo que se sube después de cenar al escenario sin cobrar y hace el "show"; ellas, para qué nos vamos a engañar, son más tímidas y prefieren mirar», afirma Álvaro Zapico, siempre a punto para cumplir a rajatabla con el calendario festivo municipal.

El «boy» de la Pola se hace de rogar y prefiere ocultar su identidad. «Tengo un trabajo serio», argumenta mientras invita con insistencia a las jóvenes que lo rodean a subir a la habitación de su hotel. «En principio duermo solo, pero no te voy a engañar, prefiero dormir acompañado y espero convencer a alguna en lo que queda de esta noche de Comadres», confiesa el joven que parece, con su «look surfero» recién salido del reality televisivo de Gran Hermano. «No te extrañe que entre a la casa en la próxima edición», apuntan algunos de sus compañeros de fiesta.

Es hablar de destape y de Gran Hermano y en Les Comadres se caliente el ambiente mientras la sidra no deja de correr. «¡Hoy toca pasarlo bien!», sentencian los polesos dispuestos a cometer algún que otro pecado con tal de cumplir con la tradición de Les Comadres. «Comadres como las de aquí, en ningún lao», sentencian orgullosos.

Conocederos de su fama de fiesteros en la región, los de La Pola ya piensan en las siguientes. «Este fin de semana todavía nos quedan les Comadrines, migayes y migayines», adelantan los jóvenes tras forrar bien el estómago con el bollu preñáu. Mientras unos piensan en fiesta, otros siguen a lo suyo, que no es otra cosa que ligar en Les Comadres. «Tino te espera en la habitación 106». Por lo menos el stripper nos ha dicho su nombre.