El despliegue de efectivos de Salvamento y voluntarios en la playa de Carranques produce escalofríos. Un centenar de personas se reunió para buscar el cuerpo, así de duro, de un chaval, Javi, de Llanera. Había aprovechado el jueves para ir a pescar. Desde una peña de El Tranqueru llamó a una amiga y le dijo: «No sabes dónde estoy pescando, es alucinante». Ese día la mar estaba mala y decidió no llevar la pequeña embarcación que solía utilizar para pescar. Era experto y, por tanto, temeroso. Así que fue por tierra. Caminó por la senda de El Tranqueru, la vieja caja del ferrocarril, de Carreño. Y llegó a un punto de esos que a los pescadores los colman de pasión, por las vistas, por las posibilidades, por estar en un lugar «alucinante». Unas horas después, la misma amiga lo llamó para ver cómo iba el día, «el teléfono ya estaba apagado». Llora ahora ella. Da escalofríos ver una carpa de la Cruz Roja en Carranques, significa tragedia. Ahora sólo queda esperar a que la mar devuelva el cuerpo del chico, esa mar que tanto le había dado.