Lo primero es el café. A veces incluso acompañado de bizcocho. Luego ya se ponen con la aguja en la mano, tranquilamente y sin prisa. Así transcurren para muchas mujeres las tardes de los sábados de invierno en el centro social de Somao, en Pravia. Y como resultado de ese ánimo por las labores, hasta el doce de agosto muestran sus trabajos textiles en el propio centro de reunión, de siete a nueve de la noche y los domingos de once de la mañana a una de la tarde, aunque dicen que son «flexibles» y que están dispuestas a abrir la muestra a cualquiera que quiera visitarla.

La exposición es algo así como una olimpiada de labores. Hay de todo: ganchillo, encaje de bolillos, patchwork, lana, frivolité, ropa para bebés y todo tipo de bordados y técnicas antiguas. Unas joyas de las labores. Aunque para joyas, están sus autoras. Derrochan energía y simpatía pero, sobre todo, saber hacer. Desde el año 2000 se reúnen todos los sábados por la tarde para hacer más soportable el largo y frío invierno. «¿Qué vas a hacer, quedarte en casa? Pues no, venimos aquí y charlamos mientras hacemos labores», comenta Martina Menéndez.

Cosen y tejen sin profesora. «Cada una sabe de algo y nos intercambiamos los conocimientos», destaca Lucía Uberte. Así, la que ganchilla de repente hace pachtwork, y la que hace bolillos prepara un fabuloso broche de frivolité. «Aquí ni cobramos ni pagamos pero colaboramos», detalla Maruja Miranda. La mujer, de 83 años, es puro nervio. Lleva desde los seis años con la aguja en la mano, cuando quedó huérfana y la llevaron al Santo Ángel de Pravia con las monjas. Allí comenzó a coser y ésta fue su profesión y su pasión durante toda la vida. Domina todas las técnicas porque ella no se queda parada. Hace poco tiempo rompió la muñeca y la rehabilitación la hizo cosiendo. «Yo mientras pueda no me quedo quieta», asevera.

El grupo de labores está abierto a todos, mujeres y hombres y hasta quien no haya cogido una aguja en la vida. Virginia Álvarez Pulido empezó este año a participar. «Siempre me decían "sube, sube mujer". Y yo como sé poca cosa no me atrevía», dice, hasta que este año se inició en el grupo y ahora asegura que está encantada y le da rabia de los años perdidos «por no hacer caso a Luchi (Lucía Uberte)».

Lo mejor de todo es «encontrarnos y estar como amigas, hay sábados que hacemos mucha aguja y otros que hacemos mucha merienda», detalla Uberte riendo. Ése es el objetivo del encuentro, charlar, coser y pasar la tarde en buena compañía. Ahora, se quedarán de descanso hasta septiembre, cuando toque de nuevo meter el hilo por el ojal.