Todo empieza y todo acaba. Después de cuatro días de frenética alegría, Candás se despidió, ayer, de las fiestas del Cristo. Y con ellas del tradicional atavío marinero, que volverá a ocupar un hueco del armario hasta por lo menos el año que viene cuando vuelva la folixa, de nuevo, a la villa. Pero eso sí, Candás no se anduvo con contemplaciones y puso el broche final a la festividad por todo lo alto y saltando con los protagonistas de la jornada, que no fueron otros que los niños.

Con la plaza de La Baragaña y los parques Maestro Antuña y Santarúa lleno de hinchables, los más pequeños se lo pasaron en grande dando botes junto a sus amigos. Como Darío González, de 4 años, y Laura Pereda, de 9, que hicieron un alto en su diversión para posar ante la cámara. Pero estos dos candasinos no fueron los únicos que tomaron con gusto eso de saltar sin control sobre estructuras como un pulpo gigante y una casa. Cientos de niños se agolparon en las zonas de juego para llevar mejor el madrugón de hoy. Al margen de las actividades infantiles, ayer Candás se llenó de ritmo. Primero con la charanga de «Pepe el Chelo y sus marchosos», que recorrieron de principio a fin las calles de la villa, y luego con el «DJ Avelino», en la plaza de La Baragaña, que se alternó con la orquesta «Assia», tocando desde el parque de Les Conserveres. Hubo, así, música hasta las cinco de la madrugada, aunque para muchos el Cristo terminó con la gran traca fin de fiesta, que tuvo lugar a las doce de la noche.