Aunque su ganadería colinda con Carreño, en realidad pertenece a Gozón. Sin embargo, nadie podrá poner en duda que José Ramón Badiola es carreñense de los pies a la cabeza. O como a él dice, siempre con tono jovial, "un candasín de pura cepa". Tanto, que cuando le preguntan por su pueblo, tiene clara la respuesta: "ye lo mejor del mundo". Pero no por ello desprestigia Luanco, por mucho que digan que los vecinos de un lado y otro del río Pielgo no hacen buenas migas. En su caso, esa teoría se va al traste. Y no sólo porque su negocio esté en territorio gozoniego, sino también porque se enamoró de una luanquina. Así que, al final, "da igual que la finca esté más para Luanco que para Candás. De igual forma, somos del Cabo Peñas", destaca, con su hijo Paulino, en un despacho en el que se respira éxito.

En cada esquina, en cada pequeño rincón de esa sala, sin apenas haber un espacio libre en la pared, hay un trofeo. 1990, 1992, 2008, 2010, 2013... Un minuto es insuficiente para llegar a asimilarlos todos.

-Son muchísimos los premios que tenéis.

Pues, aquí, expuestos, sólo tenemos la mitad de ellos. Faltan unos cuantos.

Esa afirmación podría sorprender. Pero no es el caso. Toda Asturias conoce de sobra la trayectoria profesional que este candasín ha ido escribiendo, gracias a su sacrificio, pero, sobre todo, a su enorme pasión por la ganadería. "Desde pequeño ya me llamó la atención. Me crié en Noval (Perlora), en la casa de mis abuelos maternos. Allí teníamos vacas y yo siempre que podía iba a atenderlas", comenta. Por aquel entonces ya tenía muy claro cuáles eran sus planes de futuro: "tener una granja propia", precisa, entre paseo y paseo por el despacho. Porque a Badiola es difícil pararle los pies. No sólo en una entrevista, sino también en la vida. Y así lo ha demostrado. Nadie consiguió quitarle nunca de la cabeza ese sueño de ser ganadero. Y eso que, según cuenta, su padre (de profesión, maquinista naval) fue siempre "más del mar que del campo". Sin embargo, su hijo, desde que nació, sintió apego por las praderas antes que por las olas.

Y después de tanto y tanto pelear, al final, José Ramón consiguió hacer realidad su sueño. Y encima sobre esa finca de Condres (Gozón), propiedad de la familia del pintor gijonés Mariano Moré, que desde pequeño le había encandilado. "Venía mucho de crío con mi abuelo en el xarré para moler el grano de maíz", rememora. Y mira por donde acabó siendo suya. Empezó en 1974 con tan solo 14 vacas. Por supuesto, nada comparable con el número de animales que tiene ahora. Una mirada rápida por los alrededores ya sirve para darse cuenta de que son muchos; demasiados, quizá. Para ser concretos, "más de 460", precisa su hijo Paulino Badiola, ahora al frente del negocio familiar. "Él es el gerente. Yo sólo un mero colaborador", apunta José Ramón, ante la expresión de negación de su heredero. Porque efectivamente Badiola podrá ser ya "un mero colaborador", pero trabaja en la finca como el que más.

En busca de la perfección

Este candasín siempre tuvo en mente crear una explotación, sí, pero de alto nivel, donde las vacas no fueran simples animales, sino unas "superestrellas". De hecho, esas primeras 14 vacas ya eran unas "holstein americanas". O lo que es lo mismo: "las mejores del mercado. No tenían nada que ver con las tradicionales que se veían por aquí", explica. A partir de ahí comenzó la apuesta por el I+D+i en todos los sentidos. Inseminaciones con los mejores toros, selección de embriones, salas de ordeño de última generación, alimentación con sistemas de medición... Todo con el objetivo de "estar siempre a la cabeza".

En la actualidad, Ganadería Badiola es una de las explotaciones más importantes de España e, incluso, puede decirse que de Europa por el alto nivel genético y morfológico de sus reses. Se trata de la ganadería más laureada del país al ser proclamado hasta en diecisiete ocasiones mejor criador nacional y en siete veces recibir el premio de vaca gran campeona de España. Y es que ven en los concursos europeos y nacionales una forma de seguir evolucionando. "Es donde puedes comparar tus vacas con las de otras ganaderías. Siempre es una carrera en busca de la perfección", asegura.

Pero para llegar a lo más alto del sector, José Ramón Badiola también ha tenido que sudar lo suyo. "Trabajé muchos años 24 horas al día con partos por la noche y todo. Aquí no hay descanso. Se ordeña por la mañana y por la tarde, tanto por semana como sábados y domingos", confiesa este candasín, que durante 47 años tuvo que compaginar su ocupación en la granja con el de su mueblería en la villa. Aunque también fue constructor y llegó a dirigir, durante algún tiempo, la discoteca Zappin. Sin embargo, ahora sólo tiene ojos para "Telva" y "Kurnikova", sus supervacas campeonas.