Alas ocho de la mañana de un día como mañana el "Prestige" se partió en dos frente a la costa gallega y se hundió a casi 4.000 metros de profundidad. A esa hora, ese día de hace once años, los marineros de Candás recogían aparejo en el entorno de Peñas, donde poco después llegarían los perceberos de Luanco. Todos tenían la vista puesta en la campaña de Navidad. La mar estaba mala, pero permitía salir a faenar. La noticia resonó como una sirena de alarma. Los hombres de la mar sabían que todo se había acabado, que ya no habría campaña de Navidad con sus ingresos extras que ayudan equilibrar el balance anual. Los otros, los que no eran pescadores ni marineros, planeaban el puente de diciembre, un descanso antes de las fiestas. El "Prestige" vomitó de su panza miles de toneladas de hidrocarburo. Las fiestas de Navidad olieron ese año a petróleo, y las casas, y los coches, y la ropa. Carreño fue el primer concejo asturiano al que llegó el "chapapote". Fue un desastre y los carreñenses lo limpiaron con sus manos. Nadie tuvo la culpa.