La parroquia de Santa Marta de Carbayín sigue esperando que llegue la hora de su recuperación tras el cese de la actividad minera, pero ésta no acaba de llegar. Los vecinos, especialmente los que están al frente de la asociación La Malpica, siguen llamando a todas las puertas para tratar de abordar los frentes que tienen abiertos, pero hasta ahora la respuesta que han obtenido ha sido escasa, en parte por lo que consideran falta de atención, y en parte por las circunstancias económicas.

Pumarabule, palabra icónica en la parroquia, se ha convertido en todo un símbolo de los problemas que sufre Carbayín Bajo. Porque bajo ese nombre están tanto la barriada como el antiguo pozo minero. Respecto a la primera, sus vecinos se encontraron hace cuatro años con que se agravaban los problemas de estabilidad en la cimentación de los edificios. Aparecieron grandes grietas que reflejaban el mal estado de los inmuebles y que amenazaban a más de 60 viviendas. "No es un problema de ahora; en los años ochenta ya se reforzaron las viviendas, siempre estuvieron mal", explica el presidente de La Malpica, Víctor Fernández. "El problema es que Vipasa vendió las viviendas a la gente sin decir lo que había, y después llegaron los problemas", sostiene.

Tras muchas idas y venidas, realojos y cambios de ideas de cara a la solución, ya se han asignado unos terrenos para ubicar la construcción de entre treinta y cuarenta viviendas que podrán adquirir -todavía no se conoce exactamente en qué condiciones- los vecinos afectados que quieran acogerse al plan.

En cuanto al pozo Pumarabule, fue durante décadas el gran impulsor de la economía de la parroquia, pero cerró definitivamente, tras un declive imparable de la actividad, en el año 2005. Desde entonces los vecinos han pedido insistentemente la reactivación. Entre las principales propuestas estaba la creación de un polígono industrial en los terrenos del antiguo pozo. Su puesta en marcha, sin embargo, tardó demasiado y el paso del tiempo trajo consigo la crisis, que hace muy difícil que hoy se lleve a cabo.

No obstante, los vecinos no pierden la esperanza. Porque hace unos meses hubo una reunión en la que participaron el alcalde, Eduardo Martínez Llosa; la entonces concejala de Urbanismo, Engracia Valle, y la directora de Hunosa, Teresa Fernández Mallada, en la que esta última mostró su disposición a desarrollar el polígono. "Dijeron que hay cuatro o cinco proyectos que Hunosa tiene previsto llevar adelante y que entre ellos estaba el de Pumarabule, están trabajando en ello", señaló la directiva de La Malpica Emma García. En un principio, se trataría de urbanizar los terrenos y habilitar los servicios. Otra cuestión será encontrar empresas dispuestas a instalarse en ellos.

Tanto las viviendas como el antiguo pozo tienen un fondo de esperanza detrás. Pero hay otras cuestiones que solo han sido motivo de decepción: especialmente el saneamiento y el centro de formación. Respecto a este último, los vecinos han visto cómo la gran promesa de desarrollo de un centro de formación derivaba hacia el Centro Tecnológico de la Madera de Asturias (Cetemas) y, finalmente, cómo todas las expectativas puestas en él se esfumaban.

"Nosotros queríamos ese centro de formación, y cuando dijeron que vendría el Cetemas lo aceptamos, porque no nos queda otra; pero ahora que ya no va a venir exigimos que se haga lo previsto en un principio: que se destine a formación", dice Víctor Fernández.

Por último, hay una parte importante de Carbayín Bajo que no está enganchada a un colector porque desde hace varios años está paralizado el proyecto de su construcción. "Llevamos cerca de treinta años esperando a que se solucione el problema, pero el Principado nos da la espalda", concluyen.