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Valdesoto desentumece las cuerdas vocales

"Éramos voces brutas, pero algo aprendimos", dicen los supervivientes del coro local de los años 50, homenajeados ayer

Integrantes del coro en el año 1956. REPRODUCCIÓN DE L. B.

Los ecos de las voces del pasado sonaron ayer con más fuerza que nunca en Valdesoto. La nostalgia y la emoción se dieron la mano durante unos minutos para dar un caluroso y merecido homenaje a nueve de los supervivientes del coro parroquial que en los años 50 inició su andadura en la localidad. Un acto en el que estos pioneros musicales fueron ovacionados por una multitud en los prolegómenos de un concierto coral organizado por la asociación de pensionistas, jubilados y prejubilados de Valdesoto.

Con motivo de tan especial ocasión, el colectivo de pensionistas hizo entrega de una escultura conmemorativa, obra del escultor langreano José Luis Iglesias "Luelmo", a cada uno de los presentes. Manuel Velasco, Valentín García, Florentino Hortal, Luciano Díaz, Julio Ordóñez, Tino Collada, Constante Fernández, Manuel Montaña y Manuel Fernández fueron recibiendo uno a uno los premios entre aplausos de reconocimiento, agasajados por el recuerdo de los vecinos y hasta impresionados por un reencuentro que se hizo esperar.

Poco antes, los homenajeados ya habían tenido tiempo de saludarse y recordar varias anécdotas de aquellos tiempos en los que el coadjutor Ramón Rodríguez, ya fallecido, les animó a organizarse como agrupación vocal. "Era un fenómeno al que se le daba todo y jugaba muy bien al fútbol", recuerda Julio Ordóñez, hoy afincado en Gijón, que se mostró muy ilusionado por la iniciativa del colectivo de jubilados. "Había gente a la que no veía desde hace más de 50 años", admitió.

Otros como Luciano Díaz también tuvieron buenos recuerdos de una etapa en la que apenas rozaban la veintena. "Éramos voces brutas y sin formación, pero algo aprendimos poco a poco", comenta con humor este valdesotín que se trasladó igualmente a Gijón, perdiendo contacto con parte de los que en su día fueron compañeros. "Aunque venga mucho por el pueblo a la mayoría apenas los veía", indicó.

Tampoco olvida aquella etapa Tino Collada, natural de Leceñes y afincado en Pola de Siero, para el que el coro fue un punto de partida de una larga trayectoria musical. "Comencé a los 17 años a hacer solfeo y piano con Ángel Embil y en la primera actuación del coro tuve que tocar el órgano con la ayuda de don Ángel", recuerda el que fuera organista de Valdesoto hasta hace algo menos de una década, que aprovecha para hacer una pequeña crítica a la evolución de la música coral. "Antes era una música más popular en la que las voces eran las protagonistas y ahora hay más instrumentos que eclipsan la voz", explica Collada, que al igual que el resto de homenajeados tuvo la oportunidad de disfrutar de un interesante concierto. Por el escenario del centro polivalente pasaron ayer el ochote Rechalda de Avilés, el coro del Hogar de Pensionistas de El Berrón, el coro Samartino y la coral San Martín de Sotrondio.

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