La ley de la oferta y la demanda es este año especialmente cruel con los consumidores de los frutos secos de temporada. La mala cosecha tanto de nueces como de castañas provoca que los precios se disparen por encima de lo normal y esto tiene como respuesta una caída considerable de la demanda, que puede comprobarse en cualquiera de los muchos puestos del mercado semanal de Pola de Siero.
Si bien la mala campaña ya se preveía ante el seco verano vivido este año en la región, hay vendedores que no creían que las ventas les fueran tan mal. "Es un producto que siempre suele venderse bien y este año está costando más que nunca", comenta la vecina del pueblo maliayés de Bedriñana Luisa Fernández, que lleva 30 años acudiendo al tradicional mercado poleso y este año percibe poco aprecio de las muchas posibilidades que ofrece la nuez. "Siempre fue muy apreciada porque es buena para el colesterol y si está seca se usa para repostería, pero la gente parece que ya no hace caso de esas cosas", indica la mujer, que ayer las vendió a precios que oscilaron entre los 3 y 5 euros.
Unas tesis que son corroboradas por el poleso José Río, que defiende las propiedades beneficiosas para la salud de este fruto. "Toda la vida se recomendó que por la temporada había que comer 4 ó 5 porque eran muy buenas para el corazón", apunta este habitual de los puestos de los aledaños de la plaza cubierta.
Algo más optimista se muestra el langreano Ángel Rodríguez, que a pesar de ofrecer nueces a casi siete euros por kilo, dice haber dado bastante buena salida. "Está costando porque otros años se cotizan a unos dos euros menos por kilo, pero la gente ya tiene gana y algo compran", explica, a la vez que destaca el mal año de la castaña local.
"Las de aquí están en su mayoría podres y hay que traerlas de El Bierzo para satisfacer la demanda", comenta sobre un producto que supera los cinco euros por kilo.
Menos exigente con el precio se muestra Marisol Rodríguez, de La Carrera, que ayer dio salida a un buen número de kilos de nuez y castaña recogida en Valdesoto, aunque asegura que para ello es necesario adaptar los precios a las exigencias del cliente. "Al final si tengo que llevármelas para casa trato de rebajar el precio", apunta la mujer que vendió a poco más de tres euros.
