Si algo tiene el Pilier Rugby Club de Grado es que sabe sufrir. Y no sólo en el campo, también cuando no lo tuvieron y disputaron sus partidos en un prao cercano a la estación del tren, del que había que echar las vacas primero para pintar las rayas del juego. También sufren cuando el equipo merma, se quedan sin cambios y tiran todo el encuentro de garra. Si algo sabe el Pilier es aguantar.

Y en esas lleva 25 años. Un cuarto de siglo de vida que celebra esta temporada luciendo nueva equipación y con un triangular en mente para final de la temporada. "Aguantamos con mucho trabajo pero es una alegría porque el Pilier es una piña, somos luchadores y cuando perdemos no nos venimos abajo, ésa es nuestra filosofía", afirma José Luis Lorenzo Bobes, presidente.

Corría finales del año 1988 cuando Benjamín López juntó un grupo de jóvenes a los que les enseñó la técnica del rugby. Una época de encuentros amistosos en los que Pablote, Amaro, Adolfo Jos y Gustavo ya tocaban el balón oval. En 1990 jugaron por primera vez en competición oficial y el equipo juvenil se proclamó campeón de Asturias con los hermanos Souto, Julio, Carlos y Sergio. "Entrenábamos en un prao donde el polideportivo y bajábamos corriendo a San Pelayo a cambiarnos en los vestuarios de Cruz Roja; luego ya fue cuando empezamos a jugar en La Cardosa, donde las vías del tren", recuerda Bobes. Unas vías que eran la grada improvisada del público, de las que había que levantarse cuando pitaba el tren.

Fue un tiempo en el que perfilaron el equipo con El Pibe como entrenador, con jugadores como Gugui y Abel Nido. Al mando siguió Julio Souto, quien logró reunir un gran elenco con nuevas incorporaciones como Cuendias, Puma y Fusti. Fueron subcampeones de Asturias dos años consecutivos. Un hecho destacable, ya que el Pilier es el único equipo de la liga fuera de una ciudad.

Hace escasos años, el Pilier estuvo a punto de desaparecer. Pero Bobes, Manuel Álvarez y Santiago Arias tomaron las riendas del club y comenzaron a tecnificar los entrenamientos. Eran ocho y lograron sumar diez nuevos jugadores. "Es atípico porque hay que enseñarles la técnica y los valores del rugby, a jugar se aprende rodando y cuando tienes la experiencia esos jugadores se van a equipos que juegan en una liga superior, es difícil poder hacer un proyecto", señala. Este año también han sufrido bajas y se han quedado sin la línea de tres cuartos. Pero el Pilier siempre mira hacia adelante.

También llegaron a tener equipo femenino en las pasadas temporadas, y escuela infantil de rugby de cintas. "Poco a poco la gente está viendo el rugby como un deporte más, cada vez va más gente a los partidos, y disfrutan y ven que esos valores del rugby los conservamos en la vida", comenta Bobes.

Este año han tenido que volver a captar jugadores, algunos de Gijón, El Berrón, Pavia, Avilés y Cangas del Narcea. Un esfuerzo que suma arrestos al equipo. "Siempre nos venimos arriba y contamos con el apoyo de los establecimientos de Grado, que se vuelcan con nosotros, creo que el equipo cae simpático". Un apoyo al que suma al coordinador de Deportes, Juan Luengo. "Siempre está ahí para lo que necesitamos". Y las madres, las mayores animadoras del Pilier; "casi ultras", bromea Bobes.

El Pilier ha luchado por mantenerse desde hace 25 años. Y ahí sigue. Durante veinte años esperó por un campo, y cuando llegó no podían jugar porque se había rellenado con escombros. Pero nada les paró, cogieron la pala y a trabajar. Así llevan toda la vida, construyendo sus máquinas de entrenamiento, haciendo vestuarios y mostrando a Grado que el amor al rugby lo puede todo.