La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De Aquí A Lima

Pasar la pelota al ciudadano

Multiplicar las prohibiciones para paliar deficiencias se convierte en costumbre en una sociedad a la que los dirigentes trasladan cada vez más responsabilidades

Zona de conexión en Siero entre la Autovía Minera y la de Oviedo a Villaviciosa. MIKI LÓPEZ

Los británicos lo llaman "pass the buck". Es una expresión tomada del movimiento de una ficha (el buck) que en el póker se pasa de un jugador a otro para recordar a quién le toca repartir los naipes en cada mano. Pero en los últimos días ha comenzado a popularizarse la expresión "hacer un Cameron", lo mismo que en castellano tradicional se conoce como "pasar la pelota" o, más coloquial, "quitarse el marrón".

El aún Primer Ministro ha metido a su país en un tremendo lío de consecuencias inciertas al que ha arrastrado, como aquellas latas que se ataban al coche de los recién casados, al resto de los países de la UE, que van detrás haciendo ruido, atolondrados, dando botes y sin saber bien hacia dónde los llevan. Y lo ha hecho por eludir su responsabilidad como gobernante electo y trasladársela a los ciudadanos.

Para arreglar la desunión en su partido, David Cameron ha estropeado la alianza de un continente. Pretendía quedarse reforzado y se tiene que ir. Si no fuese por la gravedad del asunto sería para mofarse de esta mezcla de estupidez política y ceguera estratégica. El Premier delegó su deber en sus compatriotas, ensoberbecido y seguro de su capacidad de persuasión. Saltó desde el escenario sobre el público, convencido de que lo cogerían, y se estrelló contra el suelo. Me lo recordó anteayer la leyenda de la camiseta de un joven en el metro de Madrid: "No busco problemas, solo pelea". Eso proclamaba el tory, tan seguro de ganar, y le partieron la cara.

El Brexit podría ser una oportunidad para España si estuviésemos en condiciones de aprovecharla, aunque no tiene pinta. El banco estadounidense JP Morgan anunció esta semana que sacará a 4.000 ejecutivos de los 16.000 empleados que tiene en el Reino Unido. Los reubicará en países de la UE para seguir prestando servicios a sus clientes sin verse afectados por la ruptura económica que trae consigo el "leave". Y ni uno solo de ellos vendrá a España. Las razones esgrimidas son el aún muy deficiente manejo del inglés de los españoles y "the politics", el término peyorativo con el que los británicos identifican la verbena política española. Algo así como la "politiquería".

A Cameron tampoco se le debe perdonar que la decisión en un asunto tan determinante la haya tomado una simple mayoría del 52%. Un solo voto de diferencia era suficiente para dejar Europa. Paradójicamente se decidía sobre mantenerse en una administración, la europea, que toma todas sus decisiones importantes con mayorías cualificadas reforzadas de dos tercios (66%). La misma mayoría parlamentaria que, antes de que a Mariano Rajoy y a Javier Fernández les interesase rebajarla, se necesitaba, por ejemplo, para algo tan nimio frente al Brexit como nombrar al director general de una televisión pública.

El caso es que comienza a ser cada vez más común que los dirigentes trasladen a los ciudadanos su obligación hasta convertirlos, como Cameron, en rehenes de su incompetencia. El régimen asambleario está tan de moda en la nueva política que nos olvidamos de que tanto la británica como la española son democracias representativas, es decir, que la sociedad elige con su voto a unas personas a las que encomienda la gestión.

Si la intención es que el pueblo mantenga la soberanía, el modelo es la democracia directa que ejercen a través de una asamblea permanente, por ejemplo, algunos cantones suizos. Aunque para eso se requiere una sociedad comprometida o pasará como cuando se convocaban huelgas en la facultad y al día siguiente todo el mundo iba a clase porque a la asamblea habían ido solo diez o doce y nadie se había enterado de la huelga.

Apenas lo percibimos, quizá por la costumbre, pero esta delegación de responsabilidades en el ciudadano se utiliza desde hace años como estrategia para ocultar incompetencias, ineficiencias y ausencias de ingenio o presupuesto en materia de tráfico. Se gestiona a golpe de prohibición y, en ese momento, la responsabilidad pasa de las manos del gestor a las del conductor. Por arte de magia.

Cuando enlazaron en Siero la Autovía Minera con la Oviedo-Villaviciosa los únicos que parecieron no darse cuenta del despropósito de los accesos que dejaban a la Pola fueron quienes los diseñaron. Convirtieron lo que era una entrada y una salida directas en un galimatías de curvas y rotondas.

Saliendo hacia Oviedo, la segunda de las dos curvas cerradas antes de entrar a la autovía tiene el peralte al revés, y el coche se va contra el quitamiedos izquierdo. El caso es que, ante los choques frecuentes, los ingeniosos gestores pasaron de nuevo el "buck" al ciudadano y, primero, rebajaron de golpe la velocidad permitida colocando una señal luminosa de un día para otro y, hace unos días, como la restricción aún no paliaba su error, instalaron unas bandas sonoras para obligar a reducir la marcha. Ahora si chocas es porque incumples la norma, no porque la curva esté mal hecha.

En la carretera de Lieres a Arriondas ya casi no se puede adelantar. En cada zona en la que, por ejemplo, los árboles han mermado la visibilidad, la solución ha sido pintar una raya continua.

En los medios de comunicación españoles saca pecho estos días el inventor del carné por puntos que cumple diez años. Se arroga haber salvado 40.000 vidas. Nada dice de que en esta década se hayan invertido centenares de millones de euros en mejores carreteras ni de que se hayan multiplicado de forma directamente proporcional las restricciones y prohibiciones, ni del efecto miedo de sus correspondientes y desorbitadas multas ni, tal vez, de una mayor corresponsabilidad de los conductores.

En Alemania, donde hay autopistas sin límite de velocidad, también exhiben la reducción de su siniestralidad (muy inferior a la española), pero lo achacan a la constante mejora y mantenimiento de sus carreteras y a la sensatez de sus conductores. Huelga decir que es uno de los países a los que JP Morgan trasladará a parte de sus ejecutivos. Porque los alemanes dominan mayoritariamente el inglés, seguro, pero también porque hay menos "politics".

Compartir el artículo

stats