La ruta de los molinos de Oles (Villaviciosa) es un ejemplo de cómo potenciar turísticamente los recursos autóctonos y, a su vez, impulsar la economía local y ayudar a dinamizar la zona rural. La agricultura y la ganadería siguen de capa caída, y el turismo trata de abrirse paso. Así lo defienden Javier Tuero y Trini Bucero, que tratan de multiplicar las visitas al concejo y, especialmente, a la ruta de los molinos. Tuero destaca que son, principalmente, los visitantes que llegan de fuera de la región e incluso del país quienes más valoran estos entornos. Resalta que lo que más tienen en cuenta son la gastronomía, la naturaleza y el carácter abierto de los asturianos.

En el bosque de Oles, junto al río La Rimera, se esconde una antigua bocamina de azabache, pues el subsuelo de la localidad es rico en este lignito jurásico. Sólo en Oles hay registradas 58, explica Javier Tuero. Poco más allá están los cuatro molinos, que datan de 1830 y que abastecían a los vecinos de la zona. Uno de ellos, el del "Mancebo", es de titularidad privada. Los otros tres -el de Arriba, el del Medio y el de Abajo- son públicos. "La gente tenía un día a la semana para ir a moler", explica Javier Tuero. Principalmente molían maíz y escanda.

Esta ruta de los molinos de Oles, desconocida para muchos, es sencilla de realizar y tiene una distancia de unos 1.500 metros, que finalizan con una espectacular vista de los acantilados de Oles.