Las grandes superficies y las mejora de las comunicaciones son dos de los aspectos en los que Pepe Areces "Linos", estudioso del tejido comercial moscón, enclava el declive del sector en Grado, que comenzó en los años ochenta del pasado siglo con el bajón del mercado dominical. "A finales de la década de los setenta y principios de los ochenta se produce un declive en el mercado por la entrada de los productos del sur, más baratos, que acabó repercutiendo en el comercio", comenta.
Pero Areces, que acaba de publicar el libro "Grao: Cien años de comercio, industria, ferias y mercados", también advierte de factores positivos que podrían empujar el comercio moscón tras la investigación realizada en los últimos meses, comercio a comercio. En ese sentido, observa la necesidad de una asociación: "Es necesaria una colaboración del comercio y la hostelería, fundamental diría".
Así, una tarjeta comercial para la villa o la entrega de menús del día por compras son algunas de las claves que ofrece. Propone abrir todo el día los domingos, una vez al mes, y dotar de actividades las tardes, así como mantener los comercios abiertos. "Para esto es imprescindible la colaboración del Ayuntamiento", esgrime.
También plantea incluir música en directo en la calle para animar las ventas los domingos, así como contar con un auditorio o sala multidisciplinar que permita proyecciones de cine y actividades que "amarren a la gente a Grado e, incluso, se queden a dormir". En esa línea, Pepe Areces apuesta por potenciar las noches de los sábados para hacer atractivo un fin de semana completo en Grado. "El problema es la ausencia de plazas hoteleras en la villa", advierte.
Areces asegura que notó tristeza entre los comerciantes durante su investigación para el libro debido al estancamiento del sector. "Ese declive ya lo padecí en la tienda familiar, vi cómo iban todas a menos pero ahora hay mucha tristeza entre los tenderos, están con pocas ganas y esperando la jubilación".
