La asociación de ganaderos de Piedeloro reconoció ayer a dos de sus convecinos, Urbano Fernández, de Casa Pachu, y Rafaela Fernández, "Fali", de Casa Perucho.

El primero proviene de una familia de ganaderos de su parroquia natal. "Vivo en la misma casa que mi tatarabuelo", explica Urbano Fernández, un jubilado de Ensidesa, que tenía que encajar sus turnos para atender el ganado. Es sportinguista de corazón, y pese a que la situación del club en Primera División no es la deseada, confía en poder salir a flote. "Fali" es cordobesa y, pese a llevar en Asturias "desde el año en que mataron a Kennedy", en 1963, aún no ha perdido el deje andaluz. Conoció a su marido, José Ramón García (de Casa Perucho) en su ciudad natal, allí se casó y emprendió una vida con el futbolista y veterinario, primero en Zamora y luego en Piedeloro. Durante su vida se dedicó al cuidado de sus cinco hijos y de la casa. "Si vengo a la comida es por la memoria de mi marido, fallecido hace ocho años". De hecho, "es un homenaje que recuerda más a mi marido que a mí", expresa la cordobesa de Piedeloro.

Urbano Fernández es otro de los fijos a esta comida de hermandad, que se celebra cada año desde hace nueve, en un conocido restaurante de Santolaya de Nembro, en Gozón. "La mujer -Isabel García- y yo solo faltamos un año", afirma el hombre, que trabajó en un taller de fundición con cuatrocientos obreros y en el que se fundían 100 o más toneladas diarias de hierro y acero.

Y entre recuerdos y los homenajeados, los vecinos de Piedeloro celebraron su comida anual con unas setenta personas que contó además con la actuación de Yoli del Río. "Cada año somos menos, van falleciendo los mayores y sus familiares dejan de acudir y, mientras tanto, los jóvenes que hay en la parroquia no quieren acudir a este tipo de celebraciones", lamenta Gabino González.