La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Montse Hernández, "Chacinera mayor": "El trabajo era duro pero evitaba necesidades"

La trabajadora de la industria de Noreña destaca la calidad del sector: "Hay un producto bueno y la higiene es absoluta"

Montse Hernández, en Noreña. LUCAS BLANCO

"No me gustan los protagonismos, pero presta ayudar y se agradece que se acuerden de una". Así explica Montse Hernández las valoraciones que le llevaron a aceptar la propuesta para ser "Chacinera mayor" durante los actos centrales de las fiestas locales de San Marcos, más conocidas como las del Picadillo y el Sabadiego que tendrán lugar el sábado por la tarde en el quiosco de la música.

Esta abulense de nacimiento llegó a Asturias con 8 años de la mano de su padre. Su primera parada fue Tuilla, donde éste trabajaba en el pozo Mosquitera para sacar adelante a los diez hijos. Diez años más tarde, con la mayoría de edad recién alcanzada, Hernández comenzó a trabajar en la chacinería de Noreña. "Estuve en La Carmina tres años y luego pasé a Productos Ya, donde llegamos a ser 200 personas", relata.

Su llegada a la Villa Condal se produjo en 1967, pero sería cuatro años después cuando contrajo matrimonio José Antonio Vallín, un noreñense de pura cepa ya fallecido, que trabajó durante casi dos décadas en autocares El Castromocho para luego crear una agencia propia de transportes en Sama. "Al casarme me vine a vivir a Noreña, dejando atrás los viajes diarios en aquellos trenes que a veces eran una odisea", recuerda.

Tras su pequeño paso por Productos Ya comenzó una trayectoria en Productos Álvarez que se prolongó durante 35 años, pero que tuvo dos etapas. Una primera marcada por la conciliación de la vida familiar en la que trabajó por horas y otra ya plena a partir de que el menor alcanzó los cuatro años. "El trabajo en la industria chacinera era duro, pero evitó que pasáramos necesidades", apunta.

Sus labores eran de lo más variopintas. Igual se encargaba de salar lacones o panceta, que amasaba picadillo, ataba los chorizos o transportaba paquetes. "Como soy alta y corpulenta me tocó mucho trabajo duro de mover pesos", rememora la mujer que a los 58 años se vio obligada a retirarse por los achaques derivados de su dedicación.

Sobre el secreto del éxito de la industria local considera que hay dos factores determinantes. "Por un lado está la tradición de que el producto s bueno y por el otro el que la higiene es absoluta", defiende en referencia a los continuos controles sanitarios a los que asegura que siempre estuvieron sometidos. "En la época de más auge los inspectores venían día sí y día también a las fábricas", cuenta.

En lo que respecta a la capacidad de generar riqueza del sector, considera que los avances tecnológicos supusieron mejores condiciones, pero un importante recorte de empleo. "Antes era todo a mano y ahora cada vez tienen más protagonismo las máquinas", indica la mujer cuya dedicación le permitió disfrutar de un nivel de vida aceptable.

"El dinero básico nunca faltó", relata a la vez que mantiene las dudas de que hubiera sido de su vida de haber nacido en otra época. "No sé si valía o no para estudiar porque no tuve más remedio que trabajar", admite la "Chacinera mayor", que en la actualidad dedica su tiempo a cuidar de una de sus dos nietas y a disfrutar en la medida de lo posible.

Compartir el artículo

stats