La propuesta de Rubén Orviz, vecino de Siero, de pedir a la Sociedad de Festejos de la Pola un replanteamiento de la bendición de los Güevos Pintos ha generado un gran revuelo. Plantea suprimir este acto religioso o bien trasladarlo a la iglesia para que sean los creyentes quienes sigan su ritual. "Los Güevos Pintos son de todos y cada uno tendrá su manera de entender lo que simbolizan", defiende. Para lograr que su iniciativa salga adelante, ha promovido una recogida de firmas y tiene el apoyo de Asturias Laica.
Pero en la Sociedad de Festejos no están por la labor de eliminar uno de los actos centrales de la fiesta polesa y muchos vecinos, tampoco. El debate está servido, sobre todo en las redes sociales. Pero el presidente del colectivo organizador, Jenaro Soto, es tajante: "mientras yo esté aquí, no se va a quitar". Esgrime que la bendición "es en la calle, en una zona concreta, y es de libre asistencia. Nadie obliga a asistir". Por lo que resume que "no tiene cabida ni quitarla ni otras religiones". Es más, añade que hay "críticas de todo tipo", pues a los más conservadores de la fiesta sigue sin gustarles que se empiecen a vender huevos antes de la bendición. Los propios artesanos reconocen que las ventas aumentan después de que el párroco echa el agua bendita sobre una representación de sus Güevos Pintos.
Los argumentos de Rubén Orviz no convencen a Soto, que ya adelanta que "no se tendrá en cuenta" su petición y lo ve como una "guerra abierta al catolicismo". El proponente se basa en el origen laico de la tradición de decorar huevos. Cree que "la cercanía de la Semana Santa sirve de excusa para mutar un festejo antiguo que la curia han trastocado en su esencia primitiva".
