Las pequeñas historias conforman la historia con mayúsculas de los pueblos, y más aún las de los mayores que han pasado penurias, alegrías y mucho trabajo a sus espaldas, que les mantienen vivos. La asociación de mayores "El Paseín" homenajeó el pasado viernes a tres veteranos carreñenses, tres socios de la entidad, que aúna a setecientas personas del concejo: Leonor Miranda, Manuel Vega y Aurelio Suárez, de 90, 88 y 101 años, respectivamente. Los tres tuvieron vidas paralelas que se encontraron el viernes para recibir un galardón.

Leonor Miranda goza de una vitalidad de quinceañera. Sonríe, contenta de que "El Paseín" se acordara de ella para concederle una placa. Procede de una familia longeva (su madre falleció a los 97 años). Es presumida y, aunque se había arreglado para la cita del viernes, no era consciente de que le iban a sacar fotos. "Si lo sé, vengo arreglada", señala.

Leonor Miranda ha vivido siempre en Candás. "Trabajé mucho, muchísimo. Primero, en una tienda de niños y, más tarde, atendiendo el hogar y también cuidando de ancianos", destaca la mujer, sentada pero inquieta. Tiene vitalidad para parar un tren; más aún, en unos días viajará a Vigo para visitar a unos familiares y pasar allí unos días de asueto. Y si hay que pedir mejoras para Candás, dice que la plaza de La Baragaña debería ser más grande, "como antes".

A Manuel Vega le gusta más que le llamen Manolo. Tiene 88 primaveras y camina apoyado en un bastón. Hasta su jubilación fue ganadero en Coyanca (Perlora). Durante buena parte de su vida cuidó de las vacas en su ganadería familiar, Casa Nati. Vivió en su pueblo natal hasta hace año y medio, y desde entonces reside en un piso de Candás. "Ahora estoy mejor en Candás, si me hace falta una medicina tengo la farmacia cerca, tengo aquí la familia. También estoy cerca si me hace falta un kilo de azúcar o cosas así", destaca Vega, a quien le encanta echar la partida con sus amigos y pasear.

Aurelio Suárez, el más veterano de los tres, tiene 101 años y soplará 102 velas en agosto. Su mujer, Carmen García, de 91, no pudo asistir a la comida-homenaje del viernes. Natural de Albandi, de Casa El Tronquín, tuvo dos trabajos principales a lo largo de su vida. El primero fue llagarero. "Vendían a bares", explica su hijo Álvaro. Años después, trabajó en "el Carreño", el ferrocarril que recibe el nombre del concejo.

Esas tres historias recibieron el pasado viernes un galardón de manos de Olga Menéndez, presidenta de "El Paseín"; la alcaldesa, Amelia Fernández, y la consejera de Derechos y Servicios Sociales, Pilar Varela.