Las fiestas sacramentales cumplieron ayer con una de sus tradiciones más celebradas: la corderada. Fueron quinientos los comensales que se acercaron al prau de la fiesta para compartir a la mesa cordero, chorizo criollo, ensalada y el ya legendario arroz con leche de Covadonga Hevia.
Para que todo estuviera a punto a la hora de comer -el reparto comenzó a las tres menos cinco de la tarde-, el equipo de cocina encabezado por el maestro parrillero Alfredo Álvarez Pérez estaba ya en el prau poco después de las ocho de la mañana.
Había que encender el carbón vegetal apilado junto a la carpa en la que se cocinarían el cordero y los criollos, para después, una vez que las brasas estuvieran listas, colocarlo bajo las parrillas en las que se cocinaría la carne. Para cada parte del cordero se requería un volumen de brasa: más para la pierna y menos para el costillar, y la suya particular para los criollos. De este modo, todo estaba en su punto cuando se empezó a servir la comida.
La experiencia y la pericia de quienes se encargan de la parrilla hizo que el despacho de las 500 raciones se hiciera en un tiempo nada desdeñable: a las tres menos cinco comenzaban y a las cuatro menos veinte ya estaba todo el mundo servido. El único problema, como siempre, fue el calor. Las brasas se sitúan bajo la carpa, porque una pequeña tormenta arruinaría el plato, y entonces hay que aguantar estoicamente el vaporazo causado desde fuera por el sol y desde dentro por las brasas.
La fiesta siguió hasta la noche, en la que se celebró la primera gran verbena, amenizada por las orquestas "Sonora Real" y "Pasito Show". El programa continúa hoy al mediodía con la misa, cantada por el Coro de Argüelles, y la actuación de la banda de gaitas "El Piñote".
