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"El casco antiguo está muy abandonado", dicen los polesos, "aunque estuvo peor"

Los vecinos piden que se ataje el deterioro del centro histórico de la Pola, que temen que se acabe extendiendo a la zona de Les Campes

"El casco antiguo está muy abandonado", dicen los polesos, "aunque estuvo peor"

Los polesos lamentan el deterioro del casco antiguo, germen y núcleo de su localidad. Sienten "pena" al pasear por este espacio con tanta historia en el que se suceden edificios en ruina, viviendas deshabitadas, fachadas acribilladas a pintadas y solares abandonados de los que se apoderan la maleza y la basura.

"Está que necesita mucha reforma", lamenta Flori Ordiales junto a la plaza de Les Campes, un entorno que, de momento, se libra de la degradación. "Las casas están abandonadas, hay pintadas en las fachadas...", indica, y sostiene que "habría que obligar a los dueños a hacer reformas" para luchar contra la ruina de estos inmuebles con tanta historia. "¡Mira que tenemos un casco antiguo que podría ser muy guapo!, pero está abandonado", se queja.

Honorio Vigil paseaba ayer por la mañana por la calle Santa Ana, siendo testigo del deterioro de este espacio en el centro de Pola de Siero. "Podía mejorarse. Hay casas abandonadas y pintadas", por lo que concluye que "no tenía que existir esto así". No tiene duda de que "está muy mal". No obstante, reconoce que "llegó a estar peor". Por eso manifiesta que "aquí, poco tienen que ver los turistas", a pesar de que a los polesos les encantaría presumir de casco antiguo y de historia, recomendando un paseo por sus calles más añejas.

Virginia Álvarez es la presidenta de la Cofradía de Santa Ana y fue vecina del barrio, por lo que lo conoce bien. "Está muy abandonado. Comprendo que hay muchos propietarios, pero tienen que arreglar las viviendas", reflexiona. Cuenta que nació en la calle Santa Ana, "cerca del Cristo". "Viví ahí, y dos de mis hijos también nacieron aquí". Recuerda que era una zona "muy alegre, con mucha gente", y donde había dos herrerías, una en su calle y otra cerca, en la calle Pelayo. "Me da mucha pena ver cómo esta", lamenta. Es consciente de que tanto este cogollo del centro de la Pola como Les Campes fueron el eje comercial y de comunicaciones -zona de paso del antiguo Camino Real- de la localidad y del concejo. Fue el entorno más próspero, en el que se gestó la capital del concejo.

Vecinos como Marisalva Priero recuerdan la importancia que tuvo, por ejemplo, el Bombé, donde estaban las caballerizas que daban cobijo a mulas y caballos de buena raza. Los restos de algunos de sus muros son sus vestigios y la memoria de algunos polesos lo rescata del olvido. También había una casa fortaleza próxima. Por aquí pasaron hasta los soldados carlistas y, si los ciudadanos tenían que dejarles calzado o víveres, lo hacían aquí. Ellos también se sirvieron de El Bombé.

Prieto recuerda que fue en el Mesón Nuevo, conocido además como "Mesón de Centi", donde Melchor Gaspar de Jovellanos se alojó, junto a su séquito y acompañantes, en el alto en el camino que hizo en Pola de Siero en su última ruta entre Gijón y Covadonga. Este edificio del siglo XVIII sólo mantiene en pie sus muros, tatuados con pinturas que poco tienen de artísticas y que comparten hueco con un cartel, que ha perdido lustre, en el que se anuncia una próxima promoción de viviendas con calidades de lujo. El edificio se ha quedado sin tejado, por lo que su deterioro progresará rápido. Su fachada conserva una de las argollas en las que los clientes del mesón amarraban sus caballos.

Las dos antiguas herrerías de la calle Santa Ana -donde hoy hay un pub que se llama, precisamente, La Ferrería- y Pelayo, así como el almacén de piensos que había en esta última vía, demuestran la actividad económica que giraba alrededor de El Bombé.

A Marisalva Prieto le preocupa no sólo la degradación del casco antiguo, sino que termine llegando a Les Campes, un espacio que se conserva en bastante mejores condiciones y que ha sabido mantener un gran ambiente. Tiene mucho que ver la vida que le dan los múltiples locales de hostelería y las sidrerías que se emplazan aquí y que, con sus terrazas, llenan de público la plaza.

El problema del casco histórico de la Pola fue su despoblación al ir falleciendo la mayoría de sus vecinos, de avanzada edad. Las viviendas no fueron reocupadas y los edificios acabaron unos abandonados y, otros, en ruinas. Algunos hosteleros abrieron en estos inmuebles negocios, la mayoría discobares, devolviendo parte de la vida, aunque fuera nocturna, que perdió el barrio. Pero muchos terminaron cerrando.

Marisalva Prieto confía en que Les Campes no sigan el camino del casco antiguo porque "es como una gangrena, que, si entra, acaba extendiéndose". Para esta vecina del barrio, "la culpa de todo esto la tuvo el Ayuntamiento, que hace años vendió un solar que tenía en Les Campes, en lugar de comprar el local colindante". Recuerda que la pretensión del exalcalde Juan José Corrales era instalar en el mencionado solar un museo dedicado a zapateros y curtidores, dos gremios que tuvieron gran peso en Les Campes. "Pero se vendió", insiste. Así que el proyecto de Corrales se fustró.

Zanita Vázquez es otra vecina de la Pola para quien el casco antiguo "está hecho un asco" al estar "lleno de pintadas, basura, pisos cayendo...". Es decir, "la verdad es que es una pena", resume, y sostiene que "el Ayuntamiento -aunque se trate de propiedades privadas- algo puede hacer".

Aladino Díaz también coincide en que "está muy mal". Explica que "cerca de Santa Ana hay un parque que uno se pone malo al pasar por allí porque está lleno de botellas, bolsas, basura... hay de todo".

Para Ludivino Fonseca es igualmente "una pena verlo así, aunque de unos años para acá está mejor porque arreglaron las calles San Antonio, Santa Ana y Pelayo". Destaca que "algunas casas tienen más de cien años".

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