Alain Servantie es el presidente del Comité Científico de la Red de Cooperación de las Rutas Europeas del Emperador Carlos V. Graduado en Derecho, Ciencias Políticas y Sociología, ayer impartió en Villaviciosa una conferencia sobre los años de juventud de Carlos V entre Gante, Malinas y Bruselas.
- ¿En qué sentido fue determinante esta etapa?
-En los Países Bajos tuvo una educación borgoñona, se puede decir europea, en relación a lo que pasaba en el mundo católico. El siglo XVI es muy interesante. Dos meses después de que él llegue a Villaviciosa, Lutero empezó en Alemania la declaración en la que pedía cambiar la iglesia. Carlos V estaba muy a favor de este cambio, pero cuando surge el debate sobre la religión y la libertad de conciencia parece que nunca puede decidir. Tiene una formación tan europea que no se puede decantar en favor de un tipo nacional u otro. Tenía una visión más general y también un poco tradicional.
- ¿Fue el primer europeísta de la historia?
-No tiene tradición nacionalista, al contrario. Él trabajaba con gente de todos los países, donde también tenía relaciones familiares. Una hermana casada con el rey de Dinamarca, otra con el rey de Hungría... Creía en la posibilidad de una paz general de Europa, pero fueron tantos los conflictos con los franceses que nunca llegó. Es interesante, por otra parte, ver la evolución que hemos tenido. Carlos V fue educado en francés; su abuelo escribió a su tía diciendo que tenía que hablar flamenco, dominaba también el alemán, el latín y había aprendido español con su madre. Hablaba los idiomas de todos los países en que tenía dominios.
- ¿Qué tendría que aprender la Europa contemporánea de esta época?
-Tendría que aprender sobre la necesidad de diálogo entre todos. Después de la muerte del emperador llegó el Concilio de Trento y luego los estados nacionalistas se desarrollaron de tal manera que no hubo más diálogo durante 200 años, razón de muchas guerras.
