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Joaquín Cuetos, veinte años como médico de Valdesoto: "Al paciente hay que escucharle"

El facultativo, a las puertas de la jubilación, aconseja a los residentes "mirar a la cara a la gente, no al ordenador"

Joaquín Cuetos Álvarez, en su consulta, en Valdesoto. MARIOLA MENÉNDEZ

Joaquín Cuetos Álvarez está de aniversario. Ayer, día de Todos los Santos, celebró sus 20 años como médico de Valdesoto (Siero), aunque su primera jornada fue la siguiente laborable. Tal como hoy. Cumple dos décadas atendiendo, curando y asistiendo a los vecinos de la parroquia a las puertas de su jubilación, que le llegará dentro de unos meses.

Es un médico cercano, que vive con pasión su profesión y se desvive por sus pacientes. Tuvo buenos maestros, porque de aquella vieja escuela eran el médico José Cinos y los enfermeros -entonces ATS- René de la Cuesta y Pablo Pérez Cuadrado. Con ellos se forjó en la medicina cuando aprobó las oposiciones y sacó la plaza de médico de familia en Arriondas (Parres), tras su paso como interino en León. "Era joven y ellos me enseñaron a escuchar a la gente y atender la zona rural", destaca con gran cariño. Siente que ahora ocupa su lugar y trata de transmitirles las mismas enseñanzas a los médicos jóvenes.

En Arriondas estuvo 10 años y su siguiente destino fue Valdesoto, pues le queda más cerca de su lugar de residencia, Pola de Siero. Este médico con gran vocación de Laviana, que estudió en la Facultad de Medicina de Oviedo, encontró aquí a otro gran profesional con quien ha logrado formar un perfecto tándem, su "mejor hallazgo". Es el enfermero Pedro Freile Cué. "Estableces una relación profesional, pero también humana", destaca. Confiesa que su éxito radica en haber sabido formar un buen equipo que se preocupa por el paciente y en el que integran a la familia para volcarse todos en su cuidado. Entre médico y enfermero hay una gran comunicación en beneficio del enfermo. Insiste en la gran capacidad de trabajo en equipo que tienen ambos y que les convierte en ejemplo.

Joaquín Cuetos Álvarez explica que cuando hay convalecientes que regresan a su casa del hospital o en casos de enfermos con tratamientos paliativos, "les damos tal seguridad que luego la familia queda unida emocionalmente para siempre".

"Cuando una persona entra en vuestra consulta, miradle a la cara, no al ordenador. Ved la expresión del paciente". Es el consejo que les da a los médicos residentes. "Tiene que marchar con la sensación de que nos preocupamos por lo que le está pasando y escucharle", insiste. No sólo son "médicos de 8 a 3. Es imposible y tenemos que ser accesibles". Tanto él como su enfermero suelen llamar a algún paciente para conocer si ha pasado bien la noche.

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