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La biblioteca de Candás, saturada, sólo admite donaciones de libros desde el año 2010

"No se puede traer aquello que no quieres en casa pero te da pena tirar", apunta la bibliotecaria local, Carmen Dintén

Carmen Dintén, ayer, en el almacén de la biblioteca de Candás, con los libros donados. I. G.

La biblioteca "Carlos González Posada" solo acepta libros desde el año 2010 en adelante, así reza un cartel ubicado frente al mostrador donde se tramitan los préstamos. El principal motivo es que el almacén del edificio municipal está plagado de publicaciones y apenas hay espacio para más. "Debemos tener unos 10.000 ejemplares solo aquí, y la mayoría inservibles", destaca la bibliotecaria candasina, Carmen Dintén, que cuestiona que haya donantes que cedan las enciclopedias y libros "que no quieren en casa".

"No quiero ni me interesa la Larousse", indica Dintén, que pasa a enumerar los libros que no pueden ser donados a los centros públicos, cuestión que fija el Principado. "No se pueden donar libros de texto, literatura de kiosco, libros técnicos de más de dos años de antigüedad, documentos audiovisuales en VHS o cdroms,... ¡Si es que llegaron a traer hasta películas pirateadas!", señala la bibliotecaria, momentos antes de mostrar el almacén.

Allí figuran publicaciones como el "best seller" de Dan Brown "El Código da Vinci", por triplicado; "Los pilares de la tierra", de Ken Follet, en múltiples formatos y ediciones, y algún que otro libro informático antiguo, de cuando ni siquiera existía internet. "La mayoría de estas publicaciones están para reciclar; alguno es aprovechable, pero lo que no es de recibo es que se donen libros que a la gente le da pena tirar y, sin embargo, decide traerlos a la biblioteca", apunta la bibliotecaria, mientras muestra ediciones de bolsillo de una obsoleta colección con más de treinta años de antigüedad.

Lo que sí está pendiente de catalogar y que formará parte del área infantil de la biblioteca serán los ejemplares que hace un lustro utilizaban los alumnos de la desaparecida escuela de Carrió. "Estos libros están en buenas condiciones y pueden ser utilizados".

Hablando de donaciones, la bibliotecaria candasina echa de menos al "donante fantasma", la persona que usualmente suele dejar sus libros personales en las estanterías de la biblioteca y abandona el edificio municipal sin dejar rastro. "Desde el verano no sabemos nada, no encontramos libros por ningún lado", concluye Carmen Dintén, cargada de ironía.

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