Cenera (Mieres),

Paula G. RODRIGO

El día estaba encapotado, pero el valle de Cenera se remangó ayer para cerrar las fiestas de San Cristóbal. Los protagonistas de la jornada fueron los mayores de la casa, los más sabios, homenajeados con los premios «Abuelos del Año» y «Abuela mayor».

Este año los galardonados fueron Lidia Gutiérrez y Andrés Rodríguez -de 82 y 78 años, respectivamente-, quienes recibieron la distinción emocionados. Por su parte, Vicentina García repitió el «cargo» de «Abuela mayor», ya que es la más anciana del valle desde hace ya tiempo.

«¿Qué cómo sienta que te den un premio de este tipo?», se preguntaba Andrés Rodríguez: «¡Pues muy bien!», contestan ambos, al unísono, con una sonrisa en la cara. «Yo fui taxista 34 años y llevo casi 50 viviendo en el casco urbano de Mieres, pero en realidad soy de por aquí y siempre tengo esa cosa de mi pueblo», relata Rodríguez. «Esto es para agradecerlo y un orgullo», señala. «Claro que esto es un orgullo», confirmó Lidia Gutiérrez. Ellos fueron ayer los protagonistas y, a pesar de los años de experiencia, en sus caras se notaba un cierto nerviosismo. «Si lo hubieran dicho con más tiempo, hubiese preparado algunas palabras», explica el «Abuelo del año». «Con este premio yo me acuerdo de todas las personas a las que quiero, tanto de las que están como de las que no»,

A la cita acudieron los nietos de ambos, que pasearon orgullosos por la fiesta. Las familias se volcaron con los premiados. «Mi nieta tiene 30 años y la crié yo desde los ocho meses hasta las 4 años. Nos queremos con locura», dijo la «Abuela del año». «Yo tengo que decir que disfruté más del nieto que de los hijos; con el trabajo no tienes tiempo para pasar con ellos», relató satisfecho y orgulloso Rodríguez. Muchos de los que ayer se dieron cita en Cenera lo hicieron para ver cómo Lidia y Andrés recogían su reconocimiento. Se respiraba ambiente familiar. Todos estaban tranquilos. Es más, la actividad que se percibía estaba exenta de preocupación, agobio o estrés. A un lado, gente bebiendo sidra; a otro, un grupo de chavales practicando capoeira y artes marciales en la cancha de fútbol, mientras los socios iban poco a poco a recoger su bollo.

Según comentó José Álvarez, presidente de la asociación de vecinos de la localidad, «la fiesta está teniendo gran afluencia, entre otras cosas porque está aquí cerca el área recreativa». Entre socios y simpatizantes se llegaron a repartir «aproximadamente 180 bollos», apuntó. Una de las actividades que más atención captaron durante la jornada de cierre festivo fue precisamente el tradicional reparto de bollu preñáu. Además, los asistentes a la celebración también pudieron bailar al son del grupo de baile «L'Artuxu» o al de «Luis y su teclado», al caer la noche.

A última hora de la tarde la celebración comenzó a decaer. Muchos se resistieron a volver a sus casas, apurando hasta el último segundo. San Cristóbal se despidió hasta el próximo año entre baile y baile. Los más jóvenes danzaban mientras los abuelos daban su aprobación desde una prudente distancia.