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La reutilización de los vestigios de la minería y la siderurgia

La segunda vida del patrimonio industrial

Antiguas instalaciones mineras y siderúrgicas de las Cuencas se están empleando como centros de empresas, museos, aulas de formación, residencias y complejos deportivos

Expertos en patrimonio visitan la obra del pozo Santa Bárbara. SILVEIRA

El arquitecto José Ramón Fernández Molina, que dirige la restauración del pozo Santa Bárbara de Turón, reunió recientemente a historiadores, ingenieros, arqueólogos y expertos en patrimonio industrial para estudiar los posibles usos de la antigua mina una vez que concluya la rehabilitación. El grupo de trabajo parte de la idea de que la reutilización es la mejor garantía para conservar el conjunto una vez que esté recuperado y que hay que ir más allá de los ya tradicionales usos museísticos vinculados a la minería por sus elevados costes de mantenimiento. El ejemplo a evitar es el del cercano pozo San José, rehabilitado tras un gasto de más de un millón de euros y que lleva más de tres años vacío, sin uso y deteriorándose.

El reciclaje del rico patrimonio industrial de las Cuencas, que en buena parte está protegido, es un reto al que se enfrentan administraciones públicas, empresas (principalmente los grandes terratenientes de las Cuencas como Hunosa, Duro Felguera, Iberdrola o Arcelor-Mittal) e incluso los vecinos, que empiezan a tomar conciencia de la importancia de unos bienes que no sólo tienen valor histórico o arquitectónico, también son señas de identidad del territorio.

Durante el último mes se dieron tres importantes pasos para la reutilización de patrimonio industrial de las Cuencas en el que están implicados administraciones, empresas y asociaciones. En primer lugar la empresa Casvali reabrió como centro de encuentros y creatividad artística la antigua sierra minera de El Trabanquín, en El Entrego, que fue rehabilitada por el Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio. En segundo lugar la empresa Hunosa anunció la puesta en marcha de su plan de aprovechamiento de biomasa en las inmediaciones del pozo Figaredo que incluye la reutilización de naves de la antigua mina para el secado y tratamiento de la madera. Y en tercer lugar el Ayuntamiento de Laviana ha llegado a un acuerdo con cuatro asociaciones y clubes del concejo para convertir las antiguas instalaciones mineras de Coto Musel (rehabilitadas tras una inversión de 600.000 euros y que estaban sin uso) en un centro de tecnificación de deportes de montaña y escalada que dispondrá de un gran rocódromo. "Con este proyecto las instalaciones de Coto Musel volverán a ser útiles", señaló satisfecho Adrián Barbón, alcalde de Laviana.

Durante los últimos años, otros muchos elementos del patrimonio industrial de las Cuencas han vuelto a ser útiles. Buena parte se han destinado a usos museísticos por iniciativa de las administraciones públicas y con respaldo de los fondos de los planes de reactivación de las comarcas mineras. El monumental refrigerante de la vieja fábrica de Duro Felguera se ha convertido en sede del Museo de la Siderurgia (MUSI) de Langreo, el antiguo matadero municipal de Langreo alberga la pinacoteca Eduardo Úrculo, las instalaciones del pozo San Luis de La Nueva forman parte del ecomuseo minero del valle del Samuño, el viejo pozo Espinos de Turón es parte destacada del "territorio museo" de Mieres y en breve el viejo pozo San Vicente se convertirá en Museo del Movimiento Obrero vinculado al Museo de la Minería y la Industria (MUMI) de El Entrego. Además, hay proyectos que están inconclusos, como la transformación de los cargaderos del pozo Montsacro en Museo de los Quesos de Morcín y la recuperación de las antiguas minas de Texeo y el poblado de Rioseco, en Riosa, como centro de interpretación de la minería del cobre. Y junto a las iniciativas de las administraciones, otras de menor envergadura impulsadas por colectivos ciudadanos, como la restauración de la bocamina de La Rabaldana a cargo de la asociación cultural Santa Bárbara de Mieres.

Muchos elementos del patrimonio industrial de las Cuencas se han convertido en contenedores museísticos, vinculados en la mayor parte de los casos con el pasado industrial de los valles mineros, pero otros se han reciclado como nuevos techos para actividades empresariales de diversificación económica de las Cuencas. El ejemplo más claro son las antiguas oficinas, comedores y talleres de la fábrica siderúrgica de Duro Felguera, convertidas en centros de empresas de nuevas tecnologías dentro de la Ciudad Tecnológica de Valnalón. O el viejo pozo Entrego, transformado en centro de empresas de tecnologías de la información y la comunicación.

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