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"Todo el valle está hecho un desastre", afirman los vecinos

Llueve sobre mojado. La polémica por el pago de las fincas expropiadas temporalmente para las obras de la variante ferroviaria de Pajares se suma a las quejas de los vecinos por los daños que ha causado la actuación en el entorno. "Están dejándolo todo hecho un desastre y nadie les pide cuentas", denunció ayer Salvador Fernández. La finca por la que ahora quieren pagarle 2,40 euros al mes, fue años atrás una fértil pomarada llena de manzanos. El lenense duda que pueda recuperar algún día su esplendor, porque "está devastada, tras años de uso como planta de hormigón". Lo mismo ocurre, añade, en las fincas de sus vecinos: "Nos pagan una miseria y, además, no devuelven las parcelas como estaban al principio. Eso fue un cuento que nos contaron cuando empezaron las obras", sentencia Fernández.

Sotiello es una de las zonas más afectadas por la actuación, pero la mayoría de los pueblos del valle del Huerna sufren la profunda herida que dejan las obras de la Variante. Es el caso de Los Pontones, donde dos depuradoras han tapado por completo el hotel rural de Marisa Serrano. "Estas instalaciones no aparecían en el plano de las obras", afirmó la lenense, que ha emprendido varias batallas legales contra el Ministerio de Fomento. A estos problemas más visibles se suma la silenciosa sequía de algunos acuíferos y las grietas en el firme, dibujadas los accesos de la zona, que deja como recuerdo el paso de vehículos pesados durante años.

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