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El 60% de los usuarios del centro de rehabilitación de Mieres tiene empleo

Un estudio del equipamiento rompe con la imagen de las personas con adicciones, ya que la mayoría cuenta con un trabajo y pareja estable

Lucía Fernández atiende a un usuario en el centro mierense. FERNANDO GEIJO

El perfil de las personas con problemas de adicción no se corresponde siempre con la imagen que ocupa el imaginario de la sociedad. No todos los que necesitan ayuda para abandonar una sustancia tóxica son personas que nacieron en un hogar desestructurado y sin recursos. "Nos puede pasar a cualquiera", dice Elizabeth Ortega, psicóloga y responsable del Centro Terapéutico de Rehabilitación en Drogodependencias (RED) de Mieres. Los datos le dan la razón. Un estudio elaborado por el centro, con 34 usuarios, desmonta estereotipos: muchos de los que llegan a terapia han mantenido una vida aparentemente "normal", pero con una peligrosa adicción a cuestas.

Tienen recursos. Sólo un 30% de los usuarios del año pasado estaban desempleados y sin prestación. El resto cobraban mensualmente retribuciones a través del paro, jubilaciones o por el desempeño de su profesión. El 60% de los encuestados tienen trabajo estable. "Hay personas que viven su adicción a escondidas. La parte relativamente positiva es que pueden mantener su empleo y su familia, pero a veces acuden a terapia demasiado tarde", señala Ortega. Más falsas creencias a desmontar: menos de la mitad tenían antecedentes familiares de adicción. Según la psicóloga, "hay muchos casos en los que el entorno ni lo percibe, porque no conocen este problema". Pueden ser miembros de familias estructuradas que fundan hogares. Cerca de la mitad de los encuestados están casados o tienen pareja estable, casi el mismo número de solteros, divorciados y separados que acudieron a terapia. Los problemas se hacen aún más graves cuando los dos miembros de la pareja son consumidores. Una de las incidencias más difíciles de tratar es el "maltrato", generalmente a las mujeres, a través de la dependencia: "Se pueden dar casos de chantaje a través del consumo, como amenazar a la otra parte con no suministrar la sustancia cuando hay un enfrentamiento", señala Ortega.

Mejorar los tratamientos es el principal objetivo del RED de Mieres. Es por eso que, en el último año, se ha iniciado una terapia diferenciada por género. La culpa y la vergüenza son sentimientos que anidan más fuerte entre las mujeres. Es por eso que se someten a sesiones reservadas únicamente al sexo femenino, que se completan con asambleas mixtas. El de Mieres es uno de los pocos centros de España que han iniciado esta innovadora técnica de intervención, con resultados muy satisfactorios.

La adhesión a la terapia y la permanencia hasta recibir el alta definitiva es ahora más alta. Sólo nueve personas (siete hombres y dos mujeres) abandonaron el tratamiento el año pasado. Los que recibieron el alta, permanecieron en el centro durante más de veinte meses. Cinco encuestados retomaron sus estudios, y el diez por ciento de los encuestados asistieron o asisten a actividades. Todos participaron en talleres ocupacionales: un gran paso que significa el inicio de una nueva vida.

Quedan retos por alcanzar. El primero, conseguir que las personas que sufren una adicción acudan antes a terapia. Según la encuesta del RED, todos los pacientes del centro de Mieres mantuvieron su adicción durante más de quince años. Otro dato llamativo y que preocupa es el alto índice de trastornos mentales entre sus pacientes. Es difícil saber si las fobias y las depresiones son causa o consecuencia de la adicción, pero los números son objetivos: el 52% están diagnosticados de trastornos psiquiátricos o de la personalidad.

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