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El método de identificación facial del Soft Computing, para la Universidad granadina

La plantilla del centro, ya cerrado, afirma que la institución andaluza se queda con la patente del sistema, vendido a México

Sergio Damas muestra el sistema de reconocimiento de cadáveres en la sede del Soft Computing en Mieres. FERNANDO GEIJO

El cierre del Centro Europeo del Soft Computing en Mieres dejará la titularidad de la patente del programa de reconocimiento facial, vendido a las autoridades de México en cerca de 300.000 euros, en manos de la Universidad de Granada. Los investigadores que participaron en el innovador proyecto, el único en el mundo capaz de reconocer un cadáver a través de una fotografía en unos segundos, afirman que la "pérdida" para la comunidad científica de la región puede ser incalculable: "Esto es lo que ocurre cuando se hacen las cosas mal y sin visión de futuro", criticó Sergio Damas, investigador principal del grupo que creó el revolucionario software.

Cinco años de trabajo. Fue el tiempo que llevó al grupo de investigadores tener el proyecto listo para patentarlo. Para su ejecución, se basaron en la técnica tradicional de reconocimiento craneal. Una fórmula que, según Damas, "se utilizaba desde hacía mucho tiempo, pero los resultados tardaban en llegar y no eran precisos". "Nos dimos cuenta de que el soft computing tenía la respuesta", añadió el investigador.

El soft computing (lógica difusa) es una rama de la inteligencia artificial que se encarga de describir de forma precisa todo lo impreciso: cuántos caramelos son "muchos" o cuánto mide un hombre "alto". Así que los investigadores se afanaron en crear unos algoritmos capaces de descubrir la sonrisa de una persona viva, en la mandíbula de un cráneo; unos ojos despiertos, en las cuencas de una calavera. Y lo consiguieron, desde el centro de Mieres y con la colaboración de la Universidad de Granada. El centro de formación puso a disposición de los investigadores recursos humanos y financiación. También colaboraron, al 50% por ciento, en la patente del software que se denominó "Face2Skull".

El revolucionario sistema cruzó pronto el océano. La periodista Diana Washington (que investiga los feminicidios del Norte de México) se interesó por el proyecto y visitó el centro de Mieres. Pronto anunció que quería llevarlo a su país, para ser una herramienta fundamental en las investigaciones de Ciudad Juárez. El siguiente paso desde Mieres fue iniciar la comercialización del sistema.

Y, de nuevo, los primeros interesados llegaron desde México. La Procuraduría de Justicia (entidad con competencias similares a las de la Fiscalía del Estado en España) compró el innovador software. Investigadores de Asturias y dirigentes mexicanos llegaron a un acuerdo: la Procuraduría contaría con un sistema conectado en red con el centro de Mieres. De esta forma, las autoridades podrían utilizar en todo momento el sistema pero los algoritmos ("el cerebro" del software) continuarían en Mieres. Una buena fórmula para salvaguardar la propiedad intelectual.

Funcionó bien durante meses. Hasta que, a finales del año pasado, estalló el conflicto en el Centro Europeo de Soft Computing. Cuando la sede cerró en febrero de este año, por decisión de los patronos del Soft Computing (Principado y Cajastur), los algoritmos dejaron de funcionar. El sistema que había sido vendido en México, quedó inutilizado. "He hablado con las autoridades del país y comprenden la situación, ya les hemos dicho que se solucionará en cuanto se termine todo esto", señaló Damas. "Todo esto" es el conflicto judicial que mantienen trabajadores y patronos de la Fundación por el Progreso por los despidos y el impago de indemnizaciones. El Tribunal Superior de Justicia ya ha declarado nulos los despidos, pero ha eximido de culpa a los patronos. Los extrabajadores volvieron a denunciar y el proceso judicial sigue abierto.

El destino del software, afirmó Damas, está escrito. Explica que "en Asturias se han desentendido. Sólo queda como dueña de la patente la Universidad de Granada", aseguró. Es el caso más llamativo de todas las investigaciones que se perdieron, pero no el único. Cuando los trabajadores recogieron sus mesas, también dejaron a medias dos trabajos para Liberbank (entidad de la que forma parte la antigua Cajastur).

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