Sábado. 31 de marzo de 2007. Sol. Poca nieve, aunque suficiente. Comienzan a llegar las autoridades que entonces encabezaban el Gobierno del Principado y el Ayuntamiento de Aller. Se corta la cinta, arrancan los remontes, los primeros esquiadores empiezan a bajar por las pistas. Fuentes de Invierno es ya una realidad. Diez años después, la estación allerana, que nacía entre las dudas, ya se ha consolidado. Sin embargo, para los usuarios del complejo y para los hosteleros, el futuro del equipamiento allerano pasa inexorablemente por el matrimonio con San Isidro. Casi una década de noviazgo ya es suficiente para que los padres de ambas criaturas den ya el paso de autorizar en enlace. Una unión que conformará el mayor dominio esquiable de la Cordillera Cantábrica.
Un día antes de soplar las diez velas, son pocos los esquiadores que recorren las pistas de Fuentes de Invierno. Uno de ellos es Francisco Pita. Este ferrolano lleva diez años, tantos como tiene la estación, deslizándose con su tabla de snowboard por las pistas. "Antes iba a San Isidro, pero desde que abrió Fuentes llevo viviendo aquí", señala mientras vuelve a su coche a por los guantes. Es tan fiel que ha alquilado un piso en Felechosa y se queda toda la temporada para disfrutar de la nieve. "La estación es muy familiar, nos conocemos todos", señala el joven. De cara al futuro, la unión con San Isidro es la gran prioridad: "Tendríamos una grandísima estación que atraería a mucha gente".
Al bajarse del telesilla Llana el Fitu, le espera Ayrton Mora, su compañero de piso que también se muda a Felechosa para la temporada de invierno. Mira hacia la silla de La Llomba, cerrado. Desde su parte superior se divisa el valle de Riopinos, en San Isidro. Y respalda la teoría de su amigo. "Los pueblos, el turismo... todos ganaríamos con la unión de las estaciones para que sea una de las más competentes de España", afirma. Mientras llega la boda, Mora seguirán disfrutando de las pistas con sus amigos. Confiesa que por semana, cuando menos afluencia hay, días como el de ayer, Fuentes de Invierno parece su estación privada, ya que apenas son los únicos deportistas.
La zona de debutantes estaba ayer repleta de escolares con los monitores de la escuela de esquí. Hacia ellos se dirigen tres personas, sus profesores del colegio Santo Domingo de Guzmán de Oviedo. Un de ellos, José Luis Pérez, lleva viniendo a Fuentes con sus alumnos desde que abrió la estación. "Mientras ellos están en el curso aprovechamos para dar alguna bajada", afirma. Se decantaron por Fuentes de Invierno porque "desde el primer día nos encontramos un trato fantástico de la estación, los monitores y los hosteleros", confiesa. Y tras diez años de "semana blanca", también es voz autorizada para hablar del futuro: "La unión sería fabulosa porque habría muchos más kilómetros para todo el mundo, incluso para que los niños aprendieran a esquiar".
Entre los esquiadores que ayer aprovecharon la nieve de Fuentes de Invierno también estuvieron David Menacho, de Gijón, y Clara Zamorano, de Pola de Siero. Fue la primera vez que subieron en toda la temporada, pero la allerana es su estación favorita: "Las instalaciones están nuevas, la cafetería. Nos gusta mucho", confiesa él. Ella habla del matrimonio Fuentes-San Isidro: "Las administraciones tienen que llegar a un acuerdo porque al final va a beneficiar a las dos provincias", apunta.
Beneficiados con la inauguración, hace diez años, de Fuentes fueron los hosteleros. "Fue un Boom", reconoce Daniel Cordero Trapiello, uno de los propietarios del hotel La Braña. "El valle notó mucho la apertura de Fuentes de Invierno en el nivel de clientes", señala. Por eso, "la unión con San Isidro será fundamental en el futuro, puede ser un boom aún mayor", zanja.
Mientras el enlace se concreta, los esquiadores seguirán deslizándose por los 8,7 kilómetros de Fuentes de Invierno como durante los últimos diez años.
