Javier Borrás camina con una muleta y se le hace muy difícil subir al autobús. Carmina Fernández, setenta y cuatro años, tiene problemas de movilidad y es paciente de ciática. Diego López acaba de soplar las ochenta velas y tiene una vista "muy mala". Ellos, junto al más de medio millar de vecinos de Figaredo que superan los setenta años, son los principales afectados por el cierre de la única oficina bancaria que queda en la localidad, la de Liberbank, tras desaparecer la del Sabadell. Más de un centenar de personas se manifestaron ayer en el entorno de la sucursal para reclamar su permanencia: "Ni robamos, ni mendigamos. Sólo reclamamos lo que es nuestro", clamaron indignados. Hoy se reunirán para decidir un calendario de movilizaciones. Otra más. Como una vela que se apaga, Figaredo pierde servicios a una velocidad que asusta a los vecinos: "Hace dos meses nos cerraron el otro banco que había. Estas decisiones afectan al tejido industrial y comercial del pueblo. Cuanto más nos quiten, menos nuevo habrá", lamenta el presidente de la asociación de vecinos de Figaredo, Enrique Benito. Está en primera fila de la manifestación. Junto a él, una muy indignada Berta Velasco: "No entiendo que ahora nos manden ir a Mieres. Yo ayer llamé a Oviedo, a Liberbank, pero no me dieron solución". "Es que si tenemos que ir a Mieres van a perder clientes porque, después de hacernos esto, cambiaremos de banco", añadió. Tiene sesenta años, lleva cincuenta acudiendo a la oficina que está a punto de cerrar.

Dicho esto, se unió al grito de los manifestantes: "Liberbank no se cierra". El entorno de la oficina estaba lleno de gente al mediodía. Los manifestantes no tenían permiso de la Delegación del Gobierno para cerrar la carretera, pero cortaron momentáneamente el tráfico cruzando "todos a una" por el paso de peatones. "No creo que la Guardia Civil nos multe, lo que hacemos es para defender lo nuestro", afirmó Velasco.

Dicen que se juegan más que una sucursal bancaria: "Esto es por el futuro del pueblo", señaló Benito. "¿Quién me va a buscar a mí el vale del carbón?", clamaba una vecina que tiene más de setenta años, problemas de movilidad y vive sola: "Tengo a mis hijos y a mi yerno que me ayudan, pero tengo amigas que no tienen esa suerte", afirmó. Figaredo no puede seguir perdiendo, piensa Javier Borrás. Fue de los últimos en dejar ayer la manifestación: "No todas las decisiones pueden basarse en la economía, hay que mirar un poco por nosotros. Por todos los mayores que fuimos obreros y dimos tanto a las Cuencas".