Boo despide a Andrés López, el párroco del pueblo durante más de medio siglo. El sacerdote, natural de Oviedo, llegó a la localidad allerana cinco años después de ser ordenado. Bautizó, dio la primera comunión y casó hasta a tres generaciones de algunas familias. Los vecinos lo despidieron ayer con un velatorio en la iglesia de San Juan, que continuará hoy hasta la hora del funeral. El oficio será a las cuatro de la tarde. El cuerpo será enterrado en El Salvador de Oviedo.

Nació en la capital, aunque después se trasladó a Pravia. Luego ingresó en el Monasterio de Valdediós. El bicario del Caudal, Antonio Vázquez, ofició ayer el recibimiento del cuerpo en la iglesia de San Juan. El religioso valoró el trabajo de Andrés López por la vida eclesiástica en la comarca ya que, además de la de Boo, también tenía otras parroquias en el valle del Río Negro. Por la tarde, a las ocho, los feligreses rezaron un rosario y la iglesia se cerró. Esta mañana volverá a abrir para dar el último adiós a su párroco.

Los vecinos llamaban, sin excepción, a Andrés López "Don Andrés". No era un cura transgresor, siempre vestía la sotana. Pero estaba muy integrado y trabajaba para unir a la comunidad. Durante décadas, organizó viajes en verano para toda la parroquia. "Era uno de los pilares de la comunidad, le echaremos de menos", afirmaron desde la asociación de vecinos San Juan de Boo.

Apreciado por sus feligreses, el nunca olvidaba ningún nombre de los que salían de su pila bautismal. En los últimos meses, su salud se fue debilitando y tuvo que ser hospitalizado. Esta Semana Santa