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De lo nuestro | Historias heterodoxas

Acerca del sindicato "de la madera"

Los orígenes de la agrupación, dirigida por "camisas viejas" e integrada por falangistas, que actuaba sin un plan premeditado repartiendo "leña"

Acerca del sindicato "de la madera"

Quienes ya tienen cierta edad en la Montaña Central, y sobre todo los que superan esa cierta edad, conocen de sobra lo que fue el Sindicato "de la madera" y la impunidad con que sus integrantes emplearon toda clase de violencias contra aquellos infelices que no podían denunciarlos porque las autoridades en muchos casos también eran cómplices e instigadores de sus barbaridades. Sin embargo, muchos historiadores dudan a la hora de decidir si este nombre se correspondió con una organización sindical real o simplemente se trataba de unos grupos sin estructura a los que se denominaba así por la "leña" que repartían entre sus víctimas.

La segunda opción es la más acertada, pero necesita de una explicación que voy a intentar resumir en esta página, aclarando antes que el llamado Sindicato "de la madera" estuvo dirigido por "camisas viejas" e integrado por jóvenes falangistas y miembros de la llamada Guardia de Franco, que actuaban sin un plan premeditado; unas veces haciendo el trabajo sucio de las fuerzas policiales, otras impulsados por venganzas personales o malas querencias de todo tipo y en no pocos casos -dependiendo del alcohol ingerido-, para demostrarse unos a otros su hombría y su patriotismo, aunque, eso sí, asegurándose siempre de no correr ningún riesgo.

Entonces, no se puede negar la identificación entre "madera" y violencia. Pero, aunque a algunos no les guste lo que viene ahora, debemos añadir el dato de que muchos de aquellos que en la posguerra lucían las cinco flechas como salvoconducto, especialmente en los concejos de Aller y Lena y en los pueblos de Mieres vinculados a la Sociedad Hullera Española, provenían del Sindicato Católico de Obreros Mineros de Asturias, dirigido antes de la guerra civil por Vicente Madera Peña, por lo que eran conocidos como hombres del "Sindicato de Madera". Así que ya tenemos el círculo cerrado.

El origen de este sindicato vinculado a las directrices de la Iglesia estuvo en la Asociación de Obreros Católicos de Moreda, apoyado y financiado por don Claudio López Bru, quien como todos sabemos fue segundo marqués de Comillas y propietario de la Sociedad Hullera Española. Luego, en 1916 se constituyó el Sindicato Católico de Obreros Mineros de Asturias, el más fuerte de los que formaban el Sindicato Católico Obrero de Mineros Españoles, y por ello la sede nacional estuvo en Moreda. Vicente Madera fue su Secretario general.

El Sindicato Católico decayó en la etapa republicana reduciendo a una décima parte los afiliados que había tenido en su mejor época, pero la historia es caprichosa y fue precisamente entonces cuando su fama llegó a todos los rincones del país gracias a la resistencia que opusieron durante los dos primeros días de la Revolución de octubre veintinueve hombres y una mujer atrincherados en su Casa Social de Moreda, mientras los cuarteles de la Guardia Civil se fueron rindiendo con más facilidad.

La verdad es que los sitiados no llegaron nunca a entregarse, puesto que, cuando su posición se hizo insostenible, en vez de dejar las armas salieron disparando por puertas y ventanas, lanzándose hacia el río inmediato para huir por los montes.

Cuando Vicente Madera contó este episodio en el año 1935 añadió a la descripción de lo sucedido unos detalles que ahora resultan fundamentales para conocer los apoyos con que contaba el Sindicato Católico. Según su testimonio, ellos ya eran conscientes de la inminencia de la insurrección y por eso venían haciendo guardia en el local desde las dos semanas anteriores, aunque lo más curioso es la información de que habían almacenado allí "doce escopetas, doce pistolas, un "Winchester", unos mil tiros para todo este nuestro arsenal de armas y unas bombas de dinamita para cuando nuestros amigos vinieran en masa al asalto" y -atentos a esta frase- "Nos habían prometido cien rifles? pero aún los estamos esperando".

No dijo quién les había hecho esta promesa, aunque podemos deducirlo, pero sin documentación que nos avale, el rigor histórico nos obliga a dejar nuestra suposición en el tintero.

Lo que sí podemos demostrar es la relación que ya existía entonces entre el Sindicato Católico y la incipiente Falange allerana, fijándonos en quienes fueron los muertos de aquella jornada: Ángel Álvarez Antón, Regino Martínez Pico, Álvaro Germán Gutiérrez y José Montes Campal, más el párroco de Moreda Tomás Suero Covielles, quien había entrado en la Casa social enviado por los revolucionarios como mediador y decidió quedarse dentro ante la posibilidad de que lo mataran por no conseguir la rendición de los sitiados.

Dos de aquellos fallecidos eran falangistas y recibieron por su acción la Palma de Plata de Falange a título póstumo el 15 de octubre de 1935, a propuesta de su fundador José Antonio Primo de Rivera, quien había visitado la Cuenca minera para conocer de primera mano lo que había sucedido y pudo confirmar "que los camaradas José Montes Campal y Álvaro Germán Gutiérrez, sitiados con un grupo de mineros en el Centro Católico de Moreda durante los sucesos revolucionarios de octubre de 1934, no sólo defendieron el edificio con extraordinario valor desde las primeras horas de la mañana del día 5, hasta las del día 6, sino que permanecieron en su puesto, cuando ya casi todos sus compañeros de defensa se habían retirado, hasta perder la vida frente a la muchedumbre de atacantes".

Sin embargo Vicente Madera en aquel momento aún no era falangista. De hecho rechazó la propuesta de integrarse en la lista electoral que José Antonio estaba formando para Asturias. Sí entraron los alleranos Juan Lobo y Alfonso de Lillo, sin embargo él prefirió figurar como independiente en la coalición que formaron las derechas para hacer frente al previsible triunfo del Frente Popular.

Finalmente la izquierda ganó abrumadoramente aquellas elecciones obteniendo 13 de los 17 diputados que debían representar a esta región, pero quedó en evidencia que la decisión de Madera había sido la correcta, puesto que, rompiendo la tendencia de los concejos mineros, en Aller su candidatura superó con creces a las del Frente Popular, y su nombre fue muy señalado en las papeletas en otras zonas de Asturias, superando a candidatos de su misma lista tan populares como Melquíades Álvarez o Romualdo Alvargonzález.

Con el estallido de la Guerra Civil, el Sindicato católico acabó desapareciendo y Vicente Madera Peña se convirtió en el paradigma de obrero ejemplar que buscaba el franquismo: un hombre de origen humilde, minero desde los doce años, valiente y religioso, cuyo hermano Camilo había muerto en Moreda en un enfrentamiento a tiros entre católicos y socialistas el 11 de abril de 1920, y que además nunca se había rendido al SOMA de Manuel Llaneza, a pesar de ser primo de Ramón González Peña, el "Generalísimo" de la Revolución de octubre.

El Sindicato Católico de Obreros Mineros Españoles se disolvió en noviembre de 1937, a las pocas semanas de caída del frente de Asturias, y un mes más tarde Madera acabó encontrando su lugar asumiendo la Jefatura de Falange Española en Moreda, lo que lo sitúa en uno de los principales puestos de responsabilidad en la represión en este concejo, donde también se hizo tristemente conocida la llamada Centuria Allerana, de la que formó parte destacada Sabino Fernández Campo, personaje que acabaría pasando a la historia como un puntal de la restauración borbónica tras la muerte de Francisco Franco.

Siguiendo a su jefe, muchos de los obreros católicos que lo habían acompañado en los tiempos duros, se integraron también en el Sindicato vertical y no fueron pocos los que -como él- cambiaron el escapulario por la camisa azul y se dedicaron animosamente a la persecución de sus antiguos adversarios.

Ya no quedaba nada de aquellos trabajadores que se habían organizado siguiendo la doctrina social-católica, según su propia definición "para que no haya explotadores ni explotados, sino asociados, para que cada cual participe con más justicia de los bienes que Dios creó para beneficio de todos los hombres" y que a pesar de sus constantes enfrentamientos con el SOMA habían demostrado en ocasiones su caridad cristiana llegando a entregar al comité socialista que se había desplazado hasta su local 7.200 pesetas para socorrer a sus familias en el curso de una huelga prolongada y en otra ocasión 1.800 a los socialistas de Mieres para atender a apremiantes necesidades de sus hogares.

Vicente Madera Peña tuvo luego un extenso historial con los vencedores: fue nombrado procurador por designación directa del Jefe del Estado en la I Legislatura de las Cortes y elegido diputado provincial en varias ocasiones; también siguió su vocación obrerista como Jefe del Sindicato Provincial del Combustible, vocal del Consejo Nacional Económico Sindical y del Instituto Nacional de Previsión entre otros cargos, y ocupó la Alcaldía de Aller entre 1951 y 1958. Muchos aún lo recuerdan.

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