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CRISTINA MACÍA | Traductora al castellano de los libros de "Canción de hielo y fuego" ("Juego de tronos")

"El editor de los libros odia el nombre de Invernalia, le suena a marca de edredón"

"Tardo entre seis y nueve meses en traducir cada novela, y me matan las armaduras: hasta la protección del dedo meñique tiene su nombre"

Cristina Macía, sentada en una recreación del icónico trono de hierro.

"Ya no traduzco literatura, mucho menos 'tochos'". Fue la respuesta de Cristina Macía (Madrid, 1965) cuando Alejo Cuervo (director de Ediciones Gigamesh) le entregó el primer libro de la por entonces desconocida saga "Canción de hielo y fuego", de "Juego de Tronos". Menos mal que él insistió y ella terminó por ceder sin remedio. Con "unas ojeras de escándalo", sólo 24 horas tardó en dar una respuesta afirmativa. La lectura la hizo rectificar. "Para esto, cuenta conmigo". Así se convirtió en la única traductora al español de la saga de George R. R. Martin: con cinco libros y el sexto, para desesperación de muchos, aún en camino. Sin ella, quizás, la expresión "se acerca el invierno" sería sólo una evidencia meteorológica. Dicharachera y "friki" confesa de los libros de "Juego de Tronos", algo menos de la serie, el próximo sábado hablará de traducción y literatura fantástica en la Feria del Coleccionismo de Mieres. Listos para recibirla a este lado del Muro, es decir, del Pajares.

- Parece que no le costó "engancharse" a "Juego de Tronos".

-La verdad es que cuando Alejo me lo ofreció había dejado de traducir literatura. El dinero que se paga por este tipo de trabajo no es muy alto aunque, no lo niego, es un trabajo muy divertido. Yo soy una traductora meticulosa, no lenta como dicen algunos, y a mí no me daba mucha ganancia. Y el alquiler, ya sabes, hay que pagarlo todos los meses. Entonces llegó Alejo con ese "tocho" y me dijo "esto te va a encantar". Al día siguiente, sin haber dormido, le tuvo que decir que sí.

- Le encantó, entonces.

-¿Conoces a alguien a quien no le haya encantado desde la primera lectura?

- Veo que estamos ante una fan.

-Primero fan, luego traductora (risas).

- ¿Es difícil traducir a George R. R. Martin?

-Para un traductor no es especialmente complicado. Tiene su problema por la magnitud de la obra. O puede surgir alguna dificultad con términos propios de un área de conocimiento. A mí la parte de las armaduras, la verdad, me mata. Hasta la armadura del dedo meñique tiene su nombre específico. Pero bueno, lo voy llevando.

- ¿Tiene algún truco?

-Hay que tener un buen glosario. Ir haciendo glosarios por el camino.

- ¿La traducción de los numerosos topónimos de la obra es idea suya?

-Muchos sí. "Invernalia" (en inglés "Winterfell"), por ejemplo, sí. Por mucho que le duela a Alejo. Detesta ese nombre con odio apache, dice que parece una marca de edredones. Ya ves. ¿A ti te gusta?

- La verdad es que sí.

-He descubierto que nos gusta más a las tías que a los tíos, mala suerte para ellos. Ahora en serio, en la editorial Gigamesh trabajamos de forma bastante peculiar. Hacemos mucho "brainstorming" (una especie de lluvia de ideas). El caso es que todo el mundo se apunta a los éxitos. Alejo dice que "Aguasdulces" (otro topónimo de "Juego de Tronos", en inglés "Riverrun") es obra suya, yo digo que es obra mía. Como es el que paga, diremos que es cosa suya (ríe).

- ¿Tiene un personaje favorito?

-La verdad es que hasta el último libro, que me dejó de caer bien, adoraba a Tyrion. Pero, sin lugar a dudas, me quedo con Arya Stark.

- ¿Son los lectores muy críticos con su traducción?

-No, no te encuentras muchos "haters". Los fans de los libros, son de los grupos de fans más majos que he visto nunca. La mayoría de la gente, si encuentra un error en la traducción, te lo dice. Estamos muy agradecidos porque así puedes mejorarlo en la edición siguiente. Acaba siendo un trabajo de grupo.

- Dice que es muy meticulosa en su trabajo, ¿cuánto tiempo ha invertido en la traducción de cada libro?

-De seis a nueve meses, depende de muchas cosas. Del tamaño del libro, sobre todo, y de la trama.

- ¿Cómo lleva la espera por "Vientos de invierno" (el próximo libro de "Juego de Tronos")?

-Lo llevo muy mal, lo llevo muy mal. Tengo muchas ganas de saber qué ha pasado.

- ¿Se sentirá presionada con la traducción?

-No, que va. A veces me preguntan que para cuándo el sexto libro y yo respondo que el lento es el de América, que no termina de pasarlo al inglés. Pero yo siempre pongo el mismo ejemplo; creo que fue Ferrán Adriá, cuando le preguntaron por la presión de tener tres estrellas Michelín, que respondió que presión es lo que siente un minero que tiene que bajar a la mina todos los días.

-Pero sí reconoce que es un trabajo bastante mal pagado.

-La traducción literaria se paga mal porque la situación de la literatura en España es la que es, y no da para más. Uno echa números y sabe que Arturo Pérez Reverte y tres más viven de lo que escriben. El traductor no va a ser el único que vive de la literatura, si el escritor no lo hace. La industria no da para más. Reconozco que para vivir decentemente bien no da. Es uno de los procesos que encarecen la literatura, aunque esto también tiene ventajas.

- ¿Cuáles?

-Fomenta la edición de autores locales. En la ciencia ficción, hace treinta años, teníamos cuatro y como te descuidaras tenían que firmar con seudónimo inglés. Leías Elia Barceló y te sonaba rarísimo.

- ¿Se queda con la versión de George R. R. Martin o con la "suya"?

-Siempre con la original, siempre. Cualquiera que sepa el idioma del autor debe leer el original. Eso es lo aconsejable. Por eso, egoístamente, no quiero que nadie más aprenda inglés. Eso estaría muy bien (risas).

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