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La transformación de la vida educativa durante los últimos cincuenta años

Medio siglo en el instituto: de maestros autoritarios a profesores "colegas"

Directores y alumnos de distintas épocas en el IES Valle de Aller analizan los cambios en la enseñanza desde la inauguración del centro de Moreda

La educación ayer y hoy, a través de las ventanas del instituto de Moreda. El IES Valle de Aller cumple cincuenta años y tres directores de distintas épocas repasan la evolución de la enseñanza durante la última mitad del siglo. Lo hacen junto a sus alumnos y, aquí está la sorpresa, comparten muchas opiniones. Una de ellas, que la relación entre docentes y estudiantes ha pasado del absoluto respeto a un "compadreo" que no siempre acaba bien. Los directores son Jaime Gutiérrez (1967), Luis Jesús Llaneza (año 1982) y Margarita Gandullo (desde 2002 hasta la actualidad). Los alumnos José Luis Fernández "Tornillos" (años sesenta), Juan Carlos Villamor (años setenta) y José Velasco Nespral (actualidad).

Hechas las presentaciones, hay que sentarse en el pupitre y agarrarse: viaje al año 1967. El antiguo edificio aún estaba en obras cuando empezaron las clases. "Los alumnos procedían de familias de todo tipo, aunque en su mayoría tenían un entorno humilde. Tenían tantas ganas de estudiar... siempre puse este instituto de ejemplo", afirma Jaime Gutiérrez. José Luis Fernández había estudiado hasta entonces en la escuela de Valdefarrucos, así que el nuevo inmueble le parecía "muy señorial, casi un palacio".

Las clases también eran distintas. Aquella primera promoción no olvidará nunca a un profesor de francés, de nombre Benito, que les enseñó a cantar "La Marsellesa". "Y cuando la oigan, pónganse en pie. A esta canción le deben no estar agarrados al arado", decía con voz grave. Así que obedecían y cantaban el himno nacional francés, compuesto durante la revolución de 1793. "Había mucho respeto, la relación no era tan cercana como ahora. Yo soy partidario de mantener ese respeto entre profesores y alumnos", afirma José Luis Fernández.

Juan Carlos Villamor, que llegó al instituto sólo tres promociones después, no comparte esa opinión: "Era demasiado, la autoridad de los jefes de estudios y los directores era una pasada. No era nada democrático", sentencia. "Es mejor ahora", apunta este allerano, que es profesor de Historia. El docente al que más admiraba era José Antonio de Lillo Cuadrado, de Lengua y Literatura. El director en el instituto de Aller durante los ochenta, Luis Jesús Llaneza, replica que la época no era fácil: "En las aulas se percibían los cambios que estaba experimentando España en ese momento". Y el alumnado era muy hetereogéneo. Los chicos de la zona baja procedían de familias mineras, frente a los de familias agrícolas del alto Aller. A pesar de la fama "minera y dinamitera", asegura que los del alto Aller eran más guerrilleros: "Sabían lo que valía un peine, tenían menos facilidades".

Hoy ya no se perciben tantas diferencias entre el alumnado, sentencia Margarita Gandullo: "Tenemos unos estudiantes muy sanos, afortunadamente. Aquí no nos encontramos con problemas de convivencia graves". Sí percibe el cambio en la relación docente-alumno: "El profesor dejó de ser una autoridad para ser un colega, y ahora estamos un paso más allá. Somos muy protectores con nuestros alumnos, como los papás que tienen en el instituto". ¿Quizás demasiado? José Velasco Nespral, estudiante de segundo de Bachillerato, cree que sí: "A veces deberían de tener más autoridad, los hay que se les suben a la chepa". En lo que no hay acuerdo entre los alumnos es en el rigor de las notas. Los de antes dicen que ahora se aprueba más fácil. Pero Nespral da un consejo a los que llegan detrás: "Que se pongan las pilas, que no se duerman. Todo parece muy fácil, hasta que llegas al bachillerato". Está repitiendo el último curso y espera conseguir nota para estudiar Comunicación Audiovisual.

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