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Últimos humos de la térmica que nació para quemar el carbón de las Cuencas

La instalación afronta su desmatelamiento definitivo sólo cuatro años después de que se desmontara su caldera más contaminante

La central térmica de Lada afrontará su segundo desmantelamiento en apenas cinco años, una vez que Iberdrola obtenga el permiso del Gobierno central. Aunque éste supondrá también su cierre definitivo. El anterior, tenía como objetivo echar abajo las chimeneas que formaban parte del grupo de generación eléctrica bautizado simplemente como el III, mucho más contaminante que el actual. Aquella caldera donde nacía el humo murió en 2013 sin haber agotado su vida útil y después de haber estado parada durante bastante tiempo porque no salía rentable enchufarla al sistema. La que se desconectará ahora (la del grupo IV) dejará de funcionar, según la empresa, para evitar seguir contaminando la atmósfera.

La planta echó a andar en 1949, en plena dictadura franquista. El objetivo era el de aprovechar la, por aquel entonces, abundante producción carbonífera de las Cuencas. Su primer propietario fue la Compañía Eléctrica de Langreo, que fue quien se hizo cargo de la construcción y explotación de la instalación.

Los primeros dos grupos de generación eléctrica (el I y el II) eran pequeños. Solo tenían capacidad para producir 25 megavatios. Aunque ya desde el primer día tenían un visión exportadora. Casi la mitad de la energía que conseguían generar era vendida más allá del Pajares.

Pronto los dos grupos se quedaron cortos y hubo que levantar un tercero. De mayor potencia, de 155 megavatios, y que fue conectado a la red en el verano de 1967.

Su vida fue larga. Duró en activo hasta 2013, pese a que aún tenía autorización para seguir funcionando tres años más. Aunque en los últimos tiempos su muerte se veía venir. Al contrario de lo que ha ocurrido con el grupo IV, Iberdrola no había hecho ninguna inversión en esa zona de la planta para conseguir alargar su vida útil y cumplir con las exigencias ambientales de la Unión Europea (UE).

Para el desmantelamiento de ese grupo, Iberdrola invirtió solamente cuatro millones de euros (ahora desembolsará unos 15) y los trabajos se prolongaron dos años. Pese a la rapidez, la tarea no fue sencilla ya que incluyó la retirada de estructuras con amianto, como algunas tuberías de vapor.

Ahora es el grupo eléctrico IV el que está abocado al cierre. Morirá algo más joven, ya que se fundó en 1981, con lo que acaba de cumplir 36 años. Previsiblemente, al poco de superar la cuarentena será cuando su caldera se apague definitivamente. Cuenta con una potencia de 350 megavatios y al principio de su vida solo consumía el carbón que le suministraba la compañía estatal Hunosa. Pero su dieta ha cambiado bastante estos años. Ahora solo se alimenta del importado.

Fue, precisamente, en el año de su inauguración cuando Iberdrola se hizo con Eléctrica de Langreo y tomó las riendas de la térmica.

Hace unos años, la empresa vasca había proyectado la construcción de una central de ciclo combinado en los antiguos terrenos donde estaban ubicadas las chimeneas del antiguo grupo III. Pero el proyecto no llegó a buen puerto.

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