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Las guerras astures llegan a Caledonia

El arqueólogo Jorge Camino destacó en un encuentro en Escocia la "envergadura y originalidad" de la campaña librada por Roma en la Carisa

Las guerras astures llegan a Caledonia

La Carisa fue protagonista el fin de semana en Edimburgo (Escocia). El arqueólogo asturiano Jorge Camino Mayor intervino en una reunión profesional en la que se abordó el mundo romano. Junto con dos arqueólogos de Cantabria, Eduardo José Peralta Labrador y Jesús Francisco Torres Martínez, ahondó y ofreció una visión global de las guerras de Roma contra los astures y cántabros, centrándose en el caso asturiano de la Carisa (entre Lena y Aller).

"Los trabajos arqueológicos que hemos dirigido han resultado fundamentales para desvelar finalmente la verdadera envergadura y originalidad de esta metódica guerra de montaña", destaca Jorge Camino. Además, han podido "corroborar lo que nos decían las fuentes sobre el impresionante despliegue militar romano contra cántabros y astures, por el control sistemático del abrupto territorio de estos pueblos de la Cordillera Cantábrica".

La historiografía hispana ha dado gran importancia a las guerras que Octavio Augusto emprendió a comienzos del siglo I antes de Cristo contra los pueblos del norte para cerrar el largo ciclo de conquista del conjunto peninsular, iniciado 200 años antes en la lucha hegemónica frente a Cartago. Aunque el asunto atrajo en el pasado a diversos estudiosos europeos, actualmente, su calado se considera muy escaso en el conocimiento sobre el naciente Imperio Romano y todavía más ante los biógrafos del emperador, quien pasó en esta guerra por algunas de sus peores suertes militares y puso, incluso, en riesgo su propia vida, apunta Jorge Camino.

El arqueólogo asturiano explica que la causa de esta pobre aportación es que hasta hace dos décadas, perdidos los libros de Tito Livio, todo el conocimiento provenía de dos fuentes históricas: la de Floro y Orosio, de un lado, y la de Dión Casio, por otro. Éstas, a pesar de resaltar el alcance de la contienda, suministraron una información excesivamente lacónica. Además, "fueron objeto de distorsionadoras especulaciones eruditas de tipo toponímico que convirtieron estas campañas militares en una serie de ficciones historiográficas carentes de rigor", argumenta.

Pero a pesar de la falta de vestigios materiales relacionados con ese episodio y la incapacidad para reducir a espacios geográficos fiables los avatares consignados en las fuentes, se logró dar un espectacular vuelco con la localización de un conjunto de evidencias en Cantabria y Asturias. "Sin duda, constituyen el avance más importante realizado en ese tiempo por la arqueología española y muestran una de las campañas militares más relevantes y en la actualidad mejor conocidas en el contexto europeo", subraya Camino.

Más allá del hallazgo de algunos campamentos periféricos y entonces sin relación con las guerras, el detonante de la imprevisible y enorme cadena de descubrimientos se produjo, a mitad de los años noventa, con la revisión sobre el terreno de las fortificaciones de Cildá, en Cantabria. La gran dimensión de las acciones de conquista quedó de manifiesto pocos años después al desvelarse el frente contra los astures en la Carisa. Es el nombre de una vía estratégica que cruza la cordillera Cantábrica a más de 1.800 metros de altitud y se debe al legado de Augusto (Publio Carisio). Las complejas instalaciones del monte Curriechos, hasta entonces tenidas por un castro indígena, resultaron pertenecer a otro "castra aestiva", similar al que por primera vez fue identificado en Cildá (Cantabria). Se repetía el modelo de las líneas de avance por los ejes montañosos y el establecimiento de campamentos estivales. Se desarrolló una importante investigación que permitió sacar a la luz interesantes conclusiones de esta parte de la historia bélica.

Los principales testimonios arqueológicos de la conquista son los campamentos, principalmente estacionales ("aestiva" de verano), que están asociados a vías estratégicas, y en algunas ocasiones, a acciones de asedio a poblados indígenas ("oppida"). En la actualidad se contabilizan más de 60 campamentos entre los frentes cántabro y asturiano. Son razones más que suficientes para que Cantabria y Asturias se convirtieran en Escocia en una clave para explicar las guerras de montaña en época romana.

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