La reciente reunión en el teatro Maestranza de Sevilla de la Asociación Ópera XXI ha tenido para la actividad lírica ovetense un sabor agridulce. Ópera XXI engloba a la práctica totalidad de temporadas y teatros españoles en los que la lírica es protagonista, tanto en el ámbito de la ópera como en el de la zarzuela. En esta última asamblea el teatro Campoamor se convirtió en nuevo socio de la entidad a través del Festival de la zarzuela, estando ya presente la capital del Principado con la Ópera de Oviedo y la Fundación Premios Líricos Teatro Campoamor. De esta manera, la capital del Principado se ubica junto a Madrid como la ciudad española con más miembros integrados en la entidad, lo que es ejemplo de la pujanza de la lírica que aquí se hace y de su relevancia frente a ciudades de mayor tamaño.

Sin embargo, con este buen dato conviven otros elementos que deben mover a la reflexión en lo que al futuro de nuestra realidad lírica se refiere. A través de la red RESEO se presentaron las iniciativas que desde diferentes ciudades europeas se están desarrollando en el plano educativo, trabajando con el nuevo público más joven, pero también con los adultos. Son propuestas que, entre nosotros, ni tan siquiera se plantean y cuya falta, a medio plazo, puede llevar al progresivo envejecimiento del público y a la desafección de una parte esencial de nuestra cultura. Es evidente que en países como Francia, Alemania, Bruselas o Gran Bretaña ya se ha sabido ir más allá de las funciones didácticas en una apuesta educativa más compleja, en sintonía con la sociedad actual. De este modo, se eliminan barreras y prejuicios hacia el género y se abren puertas hacia diferentes segmentos de edad, algo imprescindible en la consolidación y en el mantenimiento de un público al que también conviene ir formando de manera progresiva en la acepción de los nuevos lenguajes escénicos y musicales que los teatros han introducido en las últimas décadas.

Otro aspecto que llamó la atención, desde la perspectiva ovetense, de manera más que notoria fue la visita que los representantes de los teatros realizaron al recientemente reformado escenario del teatro Maestranza. El teatro sevillano se inauguró en 1991 para los fastos de la Expo del año siguiente. Curiosamente, ahora se ha vuelto a modificar en profundidad su escenario y el Gobierno central ha pagado la mitad de las obras y los organismos regionales andaluces también han financiado otra buena parte de los más de diez millones de euros de la reforma. El Ayuntamiento de la capital andaluza ha aportado un doce por ciento del coste de las obras. Sorprendente. En Oviedo seguimos sin salir del atolladero de las deficiencias escénicas del Campoamor y no se da un paso adelante en la gestión para superar el problema desde las administraciones que deben estar implicadas en el mismo. Cada año que pasa es un paso atrás en este sentido y, mientras, nuestra clase política da signos evidentes de su incapacidad para el más urgente problema que la ciudad tiene en materia cultural.