Ha querido la casualidad editorial que vean la luz casi a la vez dos libros de Carlos Aguilar sobre una pareja de cineastas que se complementan: Clint Eastwood y su «maestro» Sergio Leone. Dos estudios que tienen algo más en común: la pasmosa capacidad de su autor para aunar pasión y rigor en sus análisis, lo que convierte ambos títulos en imprescindibles. Admite el autor que «ha sido una coincidencia mágica. El libro de Eastwood iba a salir a finales de 2008, pero decidí esperar para poder incluir Gran Torino. Menos mal, porque la película es de las mejores de su filmografía e incluye la que me parece una inmejorable despedida como actor. En cuanto al de Leone, en cambio siempre estuvo previsto que apareciera a finales del año pasado, para que pudiera presentarse en el Festival Almería en Corto, en nombre de los veinte años transcurridos desde su fallecimiento y los ochenta desde su nacimiento».

Lo que más le atrae de Leone es que fue «el primer director que introdujo la coproducción cultural en el cine, puesto que su obra aglutina ingredientes estadounidenses, japoneses y mediterráneos. Encima, lo hizo en un marco genérico tan poco respetado como el western, además en una modalidad industrial despreciada como ninguna, el Spaghetti. Pocas casos tan prodigiosos, y por eso singulares, conozco en el séptimo arte». Leone murió demasiado pronto: «Para la vida y para el cine. Sesenta años tenía al fallecer. Sin duda, podría haber alargado su obra. Érase una vez en América, aun siendo desigual, es muy interesante y peculiar, y continúa representando la última superproducción "rara" de la historia del cine. Desde entonces, no se ha vuelto a invertir tanto tiempo y dinero en una película que reúne personajes repugnantes y lirismo a ultranza».

El cine de Leone sería inconcebible sin la música de Morricone: «De hecho, no existe, exceptuando su primera película, El coloso de Rodas. La genial interacción entre las imágenes de Leone y la música de Morricone es casi única en el séptimo arte; puede parangonarse, sólo, con la de Fellini y Nino Rota, curiosamente también en el seno del cine italiano».