La Fundación Magistralia acaba de fallar, a primeros de este mes de junio, una nueva edición de su concurso de composición, idea de hondo calado cultural que, quizá por ello (por su importancia específica y para nada teñida de oropel mediático) apenas ha tenido la repercusión que merece en los medios de comunicación.

La compositora canadiense Farangis Nurulla-Khoja ha sido la galardonada con su obra «Parparon» y ha obtenido el premio por unanimidad de un jurado -solvente y de gran exigencia- que ha seleccionado entre más de un centenar de obras presentadas al certamen. El galardón busca reconocer, desde Asturias, la creación musical y destacar el papel de la mujer en este ámbito. Realizan una labor ejemplar porque hasta hace unos años estábamos en un terreno en el que las mujeres eran excepción. Ahora, aún con cuentagotas, la situación se va normalizando y propuestas como las de Magistralia contribuyen a poner a Asturias en el mapa cultural internacional a través de un concurso que, en tres ediciones, ya tiene rango mundial certificado por el interés que despierta en numerosos países. O lo que es lo mismo, estamos ante una empresa cultural que demuestra continuidad, capacidad de liderazgo y, sobre todo, una lucha tenaz por mantener la calidad como horizonte de trabajo.

No es casual el rápido avance de la iniciativa en tan poco tiempo. La base está en el trabajo bien hecho desde los inicios que ha posibilitado que, cada edición, un jurado exigente y prestigioso sea el que elija entre las obras presentadas, basándose únicamente en criterios de objetividad y excelencia. Este año el fallo ha tenido lugar en Colombres y el jurado lo formaban la compositora y presidenta de la Asociación de Mujeres en la Música, Mercedes Zavala, la compositora ganadora de la primera edición del certamen, la italiana Alesandra Bellino, la presidenta española de la Asociación Mujeres en el Arte, Carmen Cecilia Piñero, la concertino del la orquesta sinfónica de Castilla y león, Wioletta Zabek y la compositora polaca Grazyna Pstrokonska- Nawratil.

Nacida en Tayikistán y formada en Suecia y afincada en Canadá, la compositora Farangis Nurulla-Khoja, de 37 años, ya ha estrenado sus obras en China, Japón, Austria, Suecia, Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia y en su país natal, Tayikistán. El jurado ha valorado en su obra «Parparon» (palabra que hace referencia a un estado de ánimo o emoción en su idioma natal, el Tajik) que «desde una idea musical transparente, despliegue un discurso de altos vuelos y original expresividad, fluyendo su estructura gracias a un control equilibrado de los parámetros de espacio y tiempo».

Espero que no pierda empuje una actividad cultural como esta necesaria y vital, de las que ayudan a crear un tejido desde la base y de las que contribuyen de modo sustancial a dar carácter a un territorio en el que la música es un bien patrimonial que ha de perseguir objetivos ambiciosos.