Helo ahí: el arte de no decir nada mediante la exagerada conjunción de prefijos, sufijos y adjetivos que nada aportan en lo semántico y que sólo engordan vanamente el mensaje. Son las grasas trans de la comunicación. Por supuesto que un refresco es una solución acuosa y que una naranja es un producto biológico de la familia de los cítricos. El problema es que los infladores de mensajes suelen esconder intenciones aviesas: sea la de aparentar más de lo que hay, la de disfrazar lo vulgar de único o la de hacer pasar por novísimo logro tecnocientífico lo conocido y cotidiano.

«Con aceites liposolubles», decía un anuncio de crema cosmética, cuando todos los aceites son, por definición, solubles en lípidos (es decir, en sí mismos). «Incorpora nanosferas», rezaba otro, como si cualquier sustancia no pudiera reducirse, según la escala de observación, a un conglomerado de corpúsculos muy pequeños, llámense átomos, moléculas, células, granos? «Ahora con ADN marino», soberbio éste: medio kilo de sardinas podridas tienen ADN marino para aburrir, pero no estaría yo por restregármelo en la cara, ni aún en las «zonas rebeldes propensas al cronoenvejecimiento» (entiendo que ese tipo de envejecimiento tan peculiar provocado por el paso del tiempo).

No es que sea imprescindible, pero un tanto de formación científica ayuda a desenmascarar al coco, al embaucador en la sombra: el hombretón (o mujerona) que redacta los anuncios. En su defecto apélese a la cultura general, en su defecto al sentido común. «Agua ligera», me venden. Y todas las aguas lo son, todas con su 0% de materia grasa, con su 0% de glúcidos y sus 0 calorías. A ver, sí, existe también el agua pesada, poseedora en su estructura química del isótopo deuterio en lugar del habitual hidrógeno y usada, precio astronómico, como moderador de neutrones en los reactores de fisión nuclear: dudo mucho que sea ésta la que envasa la competencia.

Luego está el turbio mundo de los datos estadísticos: «un 95% de los dentistas encuestados recomienda usar Piñopiedra». Claro, frente a no cepillarme los dientes es mucho mejor emplear esa marca, otra cosa es que algún doctor haya dicho explícitamente que Piñopiedra sea mejor que Strongpaleto. Pobre estadística, ciencia noble, ciencia loro a la que obligan a decir lo que el dueño quiere oír: «ahora con un 30% más de frescor», escuchábase en un anuncio de no sé qué ungüento para añadir a la colada. Se ve que, cual bosón de Higgs, la partícula del frescor ha sido cazada, y aun envasada e implementada en casi un tercio de su ser.

Y qué decir de «La Guerra de las Gala?ctosas», el oscuro imperio de los lácteos. ¿Saben esas capsulitas para beber que traen una especie de seudoyogur, con el cuasisabor de un yogur, con la tercera parte del tamaño de un yogur y el triple del precio de un yogur? Ésas que hay que dar a los niños sí o sí para que no sean unos pendejos el día de mañana. «Con L. Casei», sí claro, como cualquier yogur tradicional. «Refuerza tus defensas», 21 millones de dólares de multa les ha costado esa frase. «Con Probióticos activos», y tanto que activos, como que su uso más común es el engorde forzado de cerdos y pollos para optimizar rendimientos empresariales.

Y mucho ojito, que están por llegar los calores, y tocará lucir carnes, o mejor ausencia de. Y los linces, no necesariamente ibéricos, tendrán a punto sus ripios paracientíficos con los que convencerme de que han descubierto un bálsamo de Fierabrás quemagrasas, secuestralípidos o escurrelorzas con los que perderé, las chicas lo harán, dos, tres o cuatro tallas de cintura, de muslo, de brazo, de papada aunque, maravilla, ni media de pecho.

Ley del gato mosqueado (y corolario): cuanta más palabrería use un anunciante para venderle su producto más se le debe erizar el pelo de la espalda (si además no comprende muchas de esas palabras, bufe). ¿O no ven que ahora a la «nortada» de toda la vida de dios se la llama «ciclogénesis explosiva»?