La curiosidad por saber si la poesía ha sido desde la noche de los tiempos un género literario «minoritario y exquisito», tal y como la conocemos, movió al ovetense T. S. Norio -nombre de pluma del ovetense Braulio García Noriega (1959)- a emprender una curiosa investigación plasmada en el libro De la poesía (Cambalache / Libros de la Herida). Norio -licenciado en Filosofía, librero, poeta y novelista- ha rastreado todo tipo de fuentes, desde la enciclopedia de antropología El hombre en el mundo, inagotable vivero de información sobre culturas primitivas, hasta la insoslayable Historia social de la literatura y el arte, de Arnold Hauser, pasando, por sólo citar una mínima fracción, por la Historia de Heródoto, los Diálogos de Platón y rarezas como El libro de las canciones de Australia central del antropólogo Theodor Strehlow o los Yoga-sutra de Patanjali. También ha recurrido a anotaciones que, a veces, datan de su adolescencia y cuya referencia ha perdido o a consultas en Wikipedia, la enciclopedia más consultada y denostada del mundo. El resultado es un apasionante libro de lecturas, editado con suma pulcritud y gusto, que puede saquearse al azar o seguirse con escolástica aplicación de la primera a la última línea para descubrir las innúmeras funciones que poesía y poetas vienen desempeñando desde hace miles de años.

-¿Qué le movió a embarcarse en un proyecto como «De la poesía»?

-Llevo casi 40 años leyendo y escribiendo poesía, un modo de expresión que ha acabado reducido a un género literario minoritario y exquisito, un coto cerrado. Así que me entró curiosidad por saber si esto había sido siempre de ese modo. ¿Qué papel han desempeñado los poetas a través del tiempo en las diferentes culturas? ¿Cuál ha sido su estatus? No tenía tesis previa, sólo una curiosidad.

-Algo dirán al respecto las historias de la poesía.

-No, porque sólo hablan de la que se considera literaria. Así que decidí responder yo mismo a mi curiosidad y me puse a recopilar todo tipo de materiales sobre usos de la poesía a lo largo de la Historia. Me quedé asombrado de la cantidad de referencias que mostraban cómo los poetas no eran sólo los de la tradición literaria acumulativa. Encontré cosas muy curiosas.

-¿Por ejemplo?

-La codificación de las enseñanzas de Buda. Se hizo en concilios de monjes errantes que las reproducían oralmente, en modo poético, sin documentos escritos. En el primer concilio, que duró tres años, se determinó la enseñanza oficial, pero tampoco se puso por escrito, siguió transmitiéndose de viva voz.

-Lo esperable es que con todo ese material hubiera escrito un ensayo.

-Esa fue la primera idea, buscar un hilo conductor y establecer una taxonomía, pero la enorme riqueza del material me hizo ver que era ridícula. Fuera de la poesía estrictamente literaria los criterios habituales dejan de tener sentido.

-¿Por qué?

-El cronológico, por poner un ejemplo, no vale para los aborígenes australianos. Sus relatos poéticos se originan, aseguran, en los sueños y se transmiten sin cambios de padres a hijos. ¿Cómo los datamos? El criterio de la utilidad se revela también muy tramposo. ¿Cuál tiene la Odisea? ¿Recordar hechos míticos? ¿Dar de comer al rapsoda? Los criterios alfabéticos o geográficos no resultaban fértiles. El de la funcionalidad se revelaba inabarcable y confuso por su variedad. Y, además, en el proceso de redactar el ensayo, inevitablemente retorcía y vaciaba los textos. Me servían para un párrafo que creía riguroso y potente, pero ellos mismos quedaban debilitados, marchitos. Así que, al final, decidí seleccionar entre la ingente masa que había recopilado en un año aquellos fragmentos que me parecían más significativos y, en lugar de un ensayo, he compuesto un libro de lecturas.

-¿Con qué criterio las ha dispuesto?

-A capricho. De ese modo, la selección puede interesar tanto a los que quieren poesía como a quienes buscan, por ejemplo, culturas del mundo. Se alternan los registros y una noticia de un periódico puede aparecer junto a un documento de Alfonso X sobre las prerrogativas de juglares y trovadores. La concatenación enriquece.

-O confunde.

-Enriquece. La poesía género literario, pastoreada por sus sacerdotes, representa un porcentaje ínfimo de la expresión poética. Así que mostrar juntos materiales tan diversos puede provocar el interés de gente que cree no estar iniciada en ese saber arcano y en las enseñanzas de sus doctos e infalibles sacerdotes. En todo caso, para orientar al lector, el libro se cierra con un amplio índice analítico por países, épocas, temas, personas?

-¿Qué ha aprendido componiendo el libro?

-Varias cosas. Por ejemplo, que el concepto actual de la poesía y del poeta como un ser ungido por un don y una lucidez, que viene del Romanticismo, es ridículo y patético. No he encontrado tribu o cultura que no bailase, se embriagase y necesitase trascender. Y en ese trance está siempre presente la poesía. Escribe Hesiodo que necesitamos un lenguaje engalanado para hablar de cosas trascendentes o para dar otra dimensión a las cotidianas. Todas las culturas lo hacen.

-¿Y en cuanto al estatuto de los poetas?

-De lo más variado. Hauser habla de los vagantes medievales como los primeros exponentes del proletariado intelectual. Hay un exceso de gente culta no asimilable y se proletariza. Sin embargo, en la Grecia arcaica eran tan valorados como ahora las estrellas de la música: hacían giras y eran millonarios. En época de Calígula había certámenes con castigo para el peor poeta: se le obligaba a lamer el papiro hasta borrarlo y después se le azotaba y se le tiraba al río.

-¿Qué ha encontrado sobre la relación entre poesía y poder?

-Es caleidoscópica. Hay poetas ricos, pobres, asimilados, disidentes. Según las épocas se les exigen diferentes funciones y no faltan poetas que se niegan: los errantes, los ermitaños. Pero lo más importante es que los poderes intentan siempre adueñarse en exclusiva del carácter mágico de la palabra, de esa utilización que no es la del día a día y que cambia la realidad. «En mi prado no mea nadie» es la idea que quieren imponer los poderes. Pero, por fortuna, sí, hay muchos perros que mean en los prados.