Emilio Menéndez, Milio, es uno de esos personajes imprescindibles en cualquier equipo y que cada vez se prodigan menos. Trabajadores incansables que no miran las horas que dedican al club, el hombre para todo que lo mismo tramita las fichas y hace el trabajo administrativo de oficina, que entrena y cuida del campo y de las instalaciones. Y todo con la máxima ilusión.

Nuestro personaje es de Avilés y un enamorado del fútbol. Conoce a casi todos los jugadores de los equipos avilesinos y por sus manos de entrenador pasaron muchos futbolistas. Algunos de Primera, como Sergio Fernández (Osasuna) y el portero Esteban (Almería), y otros como Nacho Castro (que jugó en Segunda con el Avilés y con el Barcelona B); Cernuda; Nacho Arias; Julio Iglesias, Rafa... Y de la actual plantilla a Ito, Héctor y Juanín.

Recaló en el Avilés tras la fusión (1 de julio de 1983) y se fue cinco años más tarde por trabajo. Volvió tras un tiempo y ahora cumple el sexto año en el club, los dos últimos como responsable del césped del Suárez Puerta, la niña de sus ojos.

El campo blanquiazul es la envidia de los equipos de Tercera. El secreto: mimarlo mucho, es decir «regarlo, segarlo y estar muy pendiente siempre», aclara Milio. Una tarea que lleva mucho tiempo y aún así le falta algo. «Ahora no está lo mejor que yo quiero pero espero que para la liguilla, que es lo más importante, esté perfecto», comentó para añadir: «A principios del próximo mes se va a semillar, abonar, y echar herbicidas para los gusanos y abono de sílice, así que en mayo estará genial». Y es que la exigencia en el nuevo Avilés es máxima. «La gente que llegó está haciendo las cosas bien y quieren el campo en las mejores condiciones posibles».

Su mayor orgullo es que los jugadores estén cómodos sobre el césped. «Lo que más satisface es que los futbolistas no se quejan, al contrario, siempre hablan bien del campo». El Suárez Puerta, dice, es de Primera. «Por las dimensiones se pueden jugar partidos internacionales. Lo que falta es que el Ayuntamiento adecue la zona de la rotonda y la pista para que sea perfecto».

Sus últimos pasos por los banquillos están cercanos. Hace dos temporadas entrenó a todos los porteros del Avilés hasta cadetes pero lo dejó por no estar de acuerdo con el club. «Faltaba de todo», precisó. Y las dos últimas temporadas llevó al juvenil del Cudillero, en Tercera, un equipo que desapareció este año por falta de jugadores después de jugar tres partidos de Liga. Entre sus planes no está el volver a los banquillos. «No tengo tiempo. El Avilés es un equipo profesional que me absorbe 14-15 horas diarias».

Milio vivió los tiempos más duros del Avilés, «cuando fueron los jugadores, técnicos y los pocos trabajadores que había lo que tiraron por el equipo», y ahora está feliz con los nuevos gestores. «La directiva lo está haciendo bien, con errores como todo el mundo, pero la diferencia con lo que había es abismal y están dando una imagen de mucha seriedad. En todos los campos comentan el cambiazo que dio el Avilés, algunos con envidia sana y otros menos sana».

Él no duda del ascenso. «Este equipo va a subir porque lo que llamamos el entrenamiento invisible, el ambiente que rodea al equipo tanto en el vestuario como entre los empleados, es perfecto». Y no comparte las críticas. «Hay que darle tiempo porque el equipo es nuevo. Los futbolistas nunca jugaron juntos y cuesta mucho trabajo hacer un grupo en seis meses. Además se hizo muy aprisa porque lo cogieron en junio y tuvieron que hacer todo nuevo: captación de socios, instalación, formación de la plantilla... todo estaba destrozado».

Milio también tiene elogios para Bango. «Tiene las ideas muy claras. Gustará más o menos su forma de jugar y de entrenar, pero manda él y no hace caso de todo el mundo que opine». Y su gran deseo es que la escuela blanquiazul vuelva por sus fueros. «Espero que en tres o cuatro años seamos la referencia del fútbol asturiano, como siempre, y que la gente no se vaya al Sporting o al Oviedo».

En el momento de la despedida no se olvida de los que trabajan a su lado cada día. Caco, Josín, Santi, Luisín (el más antiguo del club), y José Luis, además de los de publicidad. «Somos una piña y eso es muy importante porque el ambiente es perfecto», concluyó.