El sistema de enseñanza chocó de entrada en la mentalidad estudiantil española. Al principio tenían doce horas de clases semanales, que han ido reduciéndose hasta las cuatro con que cumplen actualmente. Es una formación de carácter práctico, con encargos de proyectos periódicos. «Aquí te dejan el material, el acceso a los programas informáticos y que te las arregles como puedas». Lo explica Javier Rodríguez, el tercero en discordia. Se define como «el rarito del grupo» porque prefiere sacrificar casi tres horas cada día en un autobús y vivir en Londres. De 27 años, ovetense, inició la aventura junto a su novia, que trabaja en la City. Estudió en Gijón pero ya tuvo experiencia laboral en Alemania, en la fábrica de camiones MAN. Desde entonces se define como germanófilo. «Ellos sí que saben cómo hacer un coche y no sólo uno de carreras, también de calle». Pero como no todo es perfecto, a veces aparecen las quejas. «Es como ser de Gijón y vivir en Quintueles». El ejemplo es de Alberto Pello por la situación de la residencia. Wheatley, a las afueras de Oxford, es su cuartel general. No le importa tanto a Esteban Méndez, que no para de elogiar el lugar. «Salir a pasear por aquí es una cura para cuando tienes un mal día». Ahora vive pendiente del Sporting y de su posible ascenso, sin hacer demasiada sangre de sus compañeros, oviedistas de corazón venidos a menos por las desgracias del club.

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