Gracias a las ambiciones de Garzelli y el orgullo que tiene de campeón vimos una clásica fenomenal. Como la Subida al Naranco empezó como una carrera de juveniles, con ataques sin cesar, el italiano puso a sus compañeros a trabajar a destajo. Se enfadó con tanto zafarrancho y seguro que se dijo ahora vais a saber lo que es bueno en un puerto de primera como Arnicio.

Sólo que las carreteras en Asturias queman mucho las fuerzas, aunque sean de un campeón de esta talla y al final se paga. Algo que no creía Garzelli porque viene de ganar dos etapas y ser segundo en el Giro de Trentino, ante la gente que estaba a tope para el Giro de Italia. Eso te eleva la moral.

Hace ya unos cuantos años venía Indurain de ganar el Giro y en unos Valles Mineros, cuando iba de líder, le empezaron a atacar sin descanso por la zona vaqueira y acusó también el exceso de confianza. Al poner Miguelón, como venganza, a todo su equipo a tirar a un ritmo infernal, se le olvidó comer porque era una etapa corta y venía de hacer muchas de 250 kilómetros y con puertos. Indurain acabó último portando el maillot amarillo y sólo acompañado por su hermano Prudencio, en el alto de la Casa del Puerto en Tineo. Todo ello debido a exceso de confianza en su estado de forma y una impresionante pájara. Aquella foto dio la vuelta al mundo en vísperas del Tour de Francia.

A Garzelli le pasó algo parecido con las fuerzas propias y también por olvidarse de cómo se corre en España, donde si eres favorito te dejan todo el peso de la escapada, mientras que en el extranjero todo el mundo colabora. Eso le pasó factura justamente en los últimos 50 metros de la carrera.

Si hubiera sido un ciclista conservador y hubiera disputado la Clásica internacional sólo en los últimos 30 kilómetros, como hacen muchos, la victoria difícilmente se le hubiera escapado. El propio vencedor Tondo me reconocía que ya no le pensaban poder dar caza y que le sorprendió más que después de tanta paliza todo el día aguantara en primera persona los ataques finales. Sin ese generoso desgaste, el sincero Tondo piensa que le hubiera sobrado una pierna a Garzelli para reinar en la cumbre del Naranco. Todo esto dejó muy enfadado a Garzelli porque se vio ganador por fuerzas, pero se quedó a las puertas y sin corona.