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Santa Cruz de Tenerife,

Víctor RIVERA

enviado especial de

LA NUEVA ESPAÑA

Este Sporting tiene algo. No se sabe muy bien qué, pero tiene algo que puede llevarlo a Primera División. Habrá quien diga que es suerte, otros hablarán de inspiración y alguno dirá que tiene tres cosas: trabajo, trabajo y trabajo. Lo cierto es que los hados le son propicios a este equipo que hace quince días ganó en Cádiz con un genialidad de Diego Castro, la semana pasada tiró de épica para derrotar en inferioridad numérica y en el descuento al Granada 74 y ayer tan sólo necesitó dos pelotazos a la escuadra para convertir en un trámite la complicada salida a Tenerife.

El Sporting ganó en la isla con su pierna mala. Dos zurdazos de Míchel y Pedro reventaron las telarañas de la portería de Raúl Navas y les dieron a los de Preciado tres puntos que son un verdadero tesoro. En el tramo decisivo de la competición, cuando los equipos grandes se quedan solos y los aspirantes de boquilla no pasan la criba, el Sporting encadena una racha triunfal. Los rojiblancos han sumado los últimos doce puntos de forma consecutiva y tan sólo han doblado las rodillas en uno de los trece últimos partidos disputados. Ahí es nada.

En este tiempo, el Sporting ha ganado encuentros de todos los colores y ha mostrado las muchas facetas que ofrece un equipo como éste, que mezcla a partes iguales veteranos curtidos en la categoría con chavalitos en flor. Ayer, en Tenerife, en la cancha del tercer mejor equipo local de la categoría, el Sporting ganó como gana un campeón. Con un juego discreto, con dos chispazos y matando el partido para no meterse en líos. Tres puntos y mínimo desgaste.

Y encima, va el Málaga y tropieza en casa. Tal como predijo Preciado, el Sporting ha sido capaz de darles caza a los de Muñiz y ya mira sin complejos hacia el segundo puesto de la clasificación. Y como esto del fútbol es cuestión de inercias, ya se sabe que en la recta de meta gana el caballo que viene desde atrás. El Sporting regresa esta mañana a Gijón para vivir una tarde de transistores. Habrá que ver cómo responde la Real Sociedad de Badiola a la presión de saber que tiene que ganar o, de lo contrario, la brecha se abrirá enormemente.

Más tarde, cuando acabe el partido del Carranza, las calculadoras volverán a echar humo y lo más probable es que, esta vez sí, las cuentas les salgan a los de Preciado si son capaces de sumar los nueve puntos que aún tienen que disputarse en El Molinón. Con ellos, el Sporting se iría a los 73 y obligaría a la Real Sociedad a completar un final de Liga casi inmaculado.

La victoria de ayer en Tenerife no fue brillante, más allá de la inspiración individual de Míchel y Pedro en las acciones de los goles. A estas alturas de la película lo de menos es cómo lleguen los triunfos y lo de más es que el casillero engorde a razón de tres puntos por semana.

Por el momento, al Sporting no hay nada que reprocharle. Muy al contrario, los rojiblancos van sabiendo sobreponerse a las zancadillas que se les presentan en cada partido. Ni siquiera los cacareados maletines de Badiola dan al traste con el paso firme impuesto por los rojiblancos, que ya han entrado en la recta final de esta maratón en que se ha convertido la Segunda División. Al décimo intento, el Sporting ya ve las estrellas de cerca y prácticamente acaricia con la punta de los dedos la élite del fútbol español.